Marelys se levantó muy temprano preparó a su hijo Ronayker para que éste fuera a la escuela, mas tarde despertó a Yulianni, la vistió, se arregló ella y salieron. Era el 18 de noviembre de 2002, día de la Virgen de Chiquinquirá, pero para ella era un día mas, un día normal. Los tres a bordo de su moto se enrumbaron hacia la institución educativa, dejó allí a su hijo y decidió visitar a su madre. Pensó, “quizá mi hermana Deisi me quiere acompañar”. De Bejuma tomó la vía hacia Alto de Reyes, una comunidad ubicada en suroeste, cuando llegó se enteró que Deisi no se había levantado aún. Decidió entonces irse solamente con su hijita.
Para ir hasta La Mocha, lugar donde reside Leyda Durán, la progenitora de Marelys, hay que transitar parte de la Troncal 11 de la carretera Panamericana. Esta vía tiene un tránsito vehicular considerable, no obstante, Marelys está acostumbrada a recorrerla y sabe las precauciones que hay que tener. Desde que toma la vía en sentido oeste-este es una pendiente hasta pasar el vertedero, ubicado en el lateral derecho, conocido como Bellorín. A partir de allí, comienza el descenso donde, por lo general, los vehículos desarrollan mayor velocidad. Hay algunos baches que esquivar, algo que hace riesgoso el tramo. Detrás de la moto de Marelys viene un vehículo que la impacta sacándola de la vía, en la cuneta quedan la moto y Yulianni. En el derrape, Marelys sale expelida de nuevo hacia la carretera, va a parar debajo de un camión que la arrastra varios metros, porque su larga cabellera se enredó en el eje del sistema de transmisión. Recibió diversos golpes en la cabeza, cara, hombros y aplastamiento de la pierna izquierda.
Varios conductores se detuvieron para ayudar y otros por simple curiosidad. Alguien dio aviso al Cuerpo de Bomberos de Bejuma, la ambulancia logró llegar a los pocos minutos del suceso. Los funcionarios corroboraron que aún seguía con vida, la levantaron, pero su cuerpo estaba tan comprometido que la decisión fue trasladarla directamente a la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera (conocida por las siglas CHET), ubicada en Valencia, descartando de plano llevarla al Hospital Distrital de Bejuma, como es lo habitual. Para el momento del infausto accidente, Marelys cuenta con 22 años de edad.
Marelys tiene cinco hermanos, dos varones, los cuales no llega a conocer, y tres hembras. Ignora quién es su padre biológico, el padre sustituto se llama José Luis Méndez, son los tiempos en que residen en Palmichal, una zona montañosa ubicada entre las parroquias Bejuma y Canoabo.
A la edad de 15 años, Marelys va sintiendo que el ambiente familiar se hace cada vez mas insoportable, las discusiones y enfrentamientos se hacen constantes con su progenitora y sus hermanas. Decide dejar el hogar materno junto con su novio, se unen a otras familias que, procurando viviendas, invaden un lote de terreno en lo que luego bautizaría como comunidad Brisas del Paraíso, ubicada en la zona norte de Bejuma. Allí construyen un rancho de tablas, bahareque y zinc. Luego de varias gestiones, muchas de ellas conflictivas, logran que el gobierno les construya una vivienda. Ambos se procuraban el sustento trabajando en carpintería, ayudante de cocina, de doméstica, comerciando productos y en labores del campo. Habiendo cumplido los 18, nació su primer hijo a quien bautizaría como Yonaiker, dos años después vino al mundo la niña, a esta le colocaron por nombre Yulianni.
Marelys es de contextura delgada, mide cerca de 1,50 metros. Tiene una mirada entristecida, quizá por lo apagado de su ojo izquierdo, sino fuera por el sonido que hace la prótesis con el caminar nadie se percataría que le falta buena parte de la pierna izquierda. Es de mirada evasiva. Es muy observadora, parca en el hablar.
Han pasado cerca de cuatro meses después del accidente, las secuelas reportan desfiguración de rostro, pérdida de la visión del ojo izquierdo, fracturas en ambas clavículas, amputación de la pierna izquierda unos centímetros por debajo de la rodilla. Adicionalmente, se le aloja una bacteria en la pierna que amerita una limpieza quirúrgica. Por otra parten detectan, a nivel de riñones, la presencia de cálculos, lo que hace necesaria una nueva intervención quirúrgica. El cuadro depresivo se manifiesta combinado con una incontrolable rabia.
Hay un episodio de gran significación emocional durante esta convalecencia en la CHET, provocado por la madre, quien, en avanzado estado de embriaguez, insulta a Marelys en términos soeces y denigrantes, llegando a expresar “así será lo que tu has hecho que la estás pagando de esta manera”. Marelys le exige que se vaya, que no vuelva nunca mas, que se olvide de ella. Unido a esto está, lo que notó tiempo después, que quienes ella consideraba sus mejores amigos, nunca portaron por allí para saber de su salud. Las únicas compañías, la de su hermana Deisi y su padrastro José Luis. La pareja se desapareció. El hoyo depresivo se hacía mas profundo. La rabia hacía estragos, la apacible Marelys también se había ausentado.
El regreso a su casa le dio la oportunidad de centrarse en atender a sus hijos. Los oficios de la casa los hacía en ocasiones arrastrándose por el piso, otras veces con la andadera. Fiel a ella, José Luis. No se apartaba, iba a Palmichal, venía de nuevo, no la desamparaba. Hasta que un día Marelys le pidió que la dejara sola, que ella podía valerse por sí misma, que mientras él siguiera allí no iba a poder ver de qué era capaz.
Buscando alternativas, ideo usar un trozo de bambú para ajustarlo al muñón de la pierna a manera de prótesis. En otra ocasión utilizó envases de refrescos, les cortó el fondo los juntó uno a uno hasta lograr la medida de la pierna faltante. Con ambos artilugios lograba desplazarse con un poco mas de facilidad.
Estando aún en la CHET, recuerda, que los miembros de una iglesia cristiana le obsequiaron un ejemplar del Nuevo Testamento, su primera reacción fue rechazarlo “porque culpaba a Dios de lo que le había pasado”. No obstante, allí dejaron el libro. Nunca lo hojeó. Hasta que un día se acercó otra persona que hacía labores evangelizadoras en su sector y al escuchar su historia de vida, le aconsejó que leyera la historia de Job y la de Lázaro. Buscó la biblia y se adentró en la lectura. Pudo descubrir que Job había pasado por episodios similares a los de ella y concluyó que Dios la estaba guiando en su nueva condición. Desde allí aumenta la devoción, “sentir la mano de Dios obrando, es un factor de automotivación, marcar la diferencia, ser un ejemplo para sus hijos; todas esta realidad va convirtiéndose en precepto de vida.
Para sostenerse económicamente, retoma la venta de diversos productos, en vista que no era suficiente, opta por buscar un empleo y lo consigue en la Posada Sierra Verde, que funciona en un paraje boscoso, al sur de Bejuma. Allí conoce a los propietarios Hugo Botero y su esposa, Elsa. La señora se interesa por la historia de la vida de Marelys, quizá por la buena disposición de ésta para con el trabajo, le ofrece hacer las gestiones para adquirir una prótesis. Luego de varias gestiones consiguieron en Barquisimeto, quien se la fabricara a un precio accesible.
La prótesis le aumenta su seguridad, el apoyo desinteresado de la señora Elsa de Botero, la actividad religiosa, que matiza con lo que le ha tocado vivir, le han hecho concluir que “en la vida hay que padecer para valorar la vida. Esta Marelys es mejor. Todo lo que gano es con mi esfuerzo, marcó la diferencia, no tengo resentimientos, no voy a pagar con la misma moneda con la que me pagaron a mí. Cada día me repito a mí misma, esfuérzate, se valiente”.
Actualmente, con 31 años cumplidos, convive con una nueva pareja, hace seis años llegó su tercer hijo, que se llama Yordin. Trabaja en labores domésticas. Su hogar es estable, tiene como prioridad que sus hijos estudien, sus convicciones religiosas día a día le proveen fortaleza. Una hoja de papel pegada en una de las paredes de la sala, reza: Todas mis aflicciones Dios las transforma en bendiciones.
Visión desde la Psicología.
Para consultar sobre la capacidad que los seres humanos tienen para salir airosos de situaciones límite contacté a la Psicóloga Belkys Pernalet Olarte, docente universitaria, quien citó a la escritora Jasmín Sambrano, sobre lo siguiente:
La resiliencia es definida por Sambrano como, la capacidad que tienen las personas para reaccionar satisfactoriamente ante las adversidades (…) Implica un conjunto de cualidades que propician una adaptación exitosa y lograr una transformación que recupere los riesgos de la adversidad, que enfrenta el estrés y las situaciones de riesgo con luminosidad y desde las fortalezas, que le permiten a la persona superar los momentos difíciles, recuperar el flujo hermoso de la vida y salir con nuevas energías y aprendizajes que le favorezcan para ser mejor en la vida.
Agregó la reconocida profesional que
“No todas las personas desarrollan la capacidad de ser resiliente, por lo que no son elementos, de ninguna psique, ni se asume en forma cognitiva, ni racional, se tienen desarrolladas o no el conjunto de cualidades, habilidades, competencias del ser resiliente”
Tal vez esta cita del libro de Sambrano (2010) sobre resiliencia, responda que: “Todos los seres humanos estamos expuestos a situaciones adversas, al estrés, a la falta de amor, al maltrato. Algunas personas sucumben, evidenciando trastornos y desequilibrio; otras sacan fuerzas de sus flaquezas, asumen su potencialidad y superan la situación”.
Por su parte la Licenciada María Fernanda Coronel, Psicólogo Clínico, consultada sobre su parecer de cuál mecanismo cerebral se activa para tener los elementos o herramientas para afrontar la adversidad. A este respecto dijo que:
“La plasticidad sináptica es la capacidad que tienen las neuronas para conectarse y desconectarse a partir de las experiencias individuales, es decir, la plasticidad sináptica permite modificar los ensambles neuronales asociados a las memorias de cada individuo, por lo tanto, puede ser el mecanismo fundamental para responder adaptativamente a cambios adversos en el ambiente. En este sentido, es probable que los sujetos resilientes puedan reorganizar las memorias traumáticas gracias a la plasticidad sináptica en la corteza prefrontal, el área tegmental ventral, el hipocampo y la amígdala.
Finalmente, está claro que la resiliencia no está determinada por una estructura neuronal particular, sino por la compleja interacción entre sistema y la plasticidad sináptica asociada.
El enfoque de la PNL.
Ramón March, es Coach en Programación Neurolingüística (PNL) desde esta visión ofrece alternativas o recomendaciones para proveerse de mecanismos de superación. Al respecto dijo:
Existen cambios por convicción y otros por compulsión, en el primero las personas están convencidas que tienen que hacer cambios importantes y por compulsión son los cambios irresistibles que tiene que hacer ante una determinada situación.
Lo ideal es que las personas tengan el interés de buscar información de autoayuda y de cómo gestionar sus emociones.
Entre las recomendaciones esta:
1.- Aprender a conocerse uno mismo. Encontrar lo que tenemos dentro para poder encontrarnos afuera.
2.- Dedicar tiempo a lo importante y no a lo urgente. Entender qué lo que es importante para otros no es lo importante para nosotros mismos.
3.- Aprender a vivir a la manera de cada uno y no complacer a los demás.
4.- Aprender a escucharse así mismo, lo que dice el cuerpo, la mente y el alma.
5.- Aprender a rodearse de personas que te empoderen, personas que aliente cumplir los sueños.