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La familia es el núcleo de la sociedad #legal #familia #panama
Actualmente es una realidad que en algunos hogares los padres terminan su relación de pareja y los más afectados siempre serán los niños; sin embargo existen métodos que los padres pueden realizar para llevar a cabo una sana convivencia con sus hijos, los niños pueden sufrir inicialmente muchos sentimientos encontrados al momento de la separación de sus padres , incluyendo: choque (golpe emocional), tristeza, ira o incluso alivio si se dan cuenta de que las tensiones se reducen entre sus padres. Es algo muy difícil, para ellos lo cual debe ser atendido por sus padres ya que son los principales responsables de su cuidado y bienestar tanto físico cómo emocional, de conformidad con la Patria Potestad.
Más que encontrar un buen psicólogo, un niño necesita a sus padres, ya que si fracasaron como pareja no deben fracasar como padres. Todos los padres creen que el bienestar de sus hijos es una prioridad y con frecuencia es lo que tienen en mente cuando se separan. Los padres que son sensibles a las necesidades de los niños, que pueden dejar de lado sus diferencias y que pueden cooperar para beneficio de sus hijos, tienden a tener hijos que prosperan a pesar de la separación de los padres.
Los padres frecuentemente se sienten culpables debido al divorcio porque su relación ha fracasado y se preocupan por el efecto que esto tenga sobre sus hijos. Sin duda, es mejor que las familias continúen funcionando, pero cuando hay hostilidad en el hogar, no es bueno para los padres ni para los niños.
Si los padres son mucho más felices separados, tendrán más tiempo para ellos y para sus hijos sin gastar tanta energía negativa peleándose entre sí.
CÓMO PODEMOS APOYAR A LOS NIÑOS DESPUÉS DE QUE SUS PADRES SE SEPARAN O SE DIVORCIAN
El pensamiento positivo versus el catastrófico de un niño puede ser un factor determinante en la forma en que el niño sigue adelante después del divorcio. Los padres pueden tener una gran influencia para ayudar a los niños a evaluar de manera realista las situaciones y evitar patrones de pensamiento catastróficos que asumen lo peor de las situaciones.
Los niños también han demostrado tener más resiliencia y sentir menos estrés cuando hay menos conflictos entre sus padres y cuando el divorcio los elimina de los hogares de alto conflicto. Por lo tanto, es fundamental que proteja a su niño de las peleas en cuanto le sea posible.
A los niños también les va mejor si los dos padres siguen participando positivamente en sus vidas (suponiendo que los dos son capaces de cuidar y proteger a sus niños) y, en particular, si el padre que no reside con el niño mantiene una relación buena y de apoyo con él. Los dos padres deben seguir escuchando de cerca los problemas de sus hijos, proporcionando apoyo emocional, ayudándoles con sus deberes cotidianos como las tareas y manteniendo las reglas y las expectativas de comportamiento.
Los niños que se crían en un ambiente de cariño y con límites, prosperan. Un enfoque estable y consistente para la crianza durante el divorcio es de suma importancia para proteger a los niños. Los niños les va mejor cuando sus padres colaboran, se comunican con frecuencia y establecen reglas consistentes en los dos hogares. En particular, la disciplina consistente de los padres ha demostrado ser de importancia porque establece límites claros que no varían mucho entre los dos hogares.
Es muy importante que los padres apoyen, en vez de minar la autoridad del otro padre.
En tiempos de cambio, es importante que los niños mantengan tantas rutinas como sea posible.
Finalmente, los niños que tienen la habilidad de buscar y obtener apoyo de otras personas se pueden adaptar mejor a los cambios relacionados con el divorcio. Incite a sus hijos a que hablen con usted o con un amigo o adulto de confianza acerca de lo que están pasando; indíqueles cómo obtener apoyo de los demás. Demuéstreles que usted realmente cree que pedir ayuda a los demás es un acto de valor.
CÓMO DESARROLLAR UNA ACTITUD POSITIVA EN NUESTROS HIJOS
Háblales a tus hijos de sus fortalezas, cualidades y aspectos positivos, para que ellos mismos se valoren, tengan una autoestima alta.
Desarrolla una cultura de palabras positivas en el hogar, eliminen las etiquetas negativas de “es que tú eres un…”, “tú nunca podrás…”, “es que tú siempre…”,”eso no se puede”, “eso es muy difícil”, “allí vienes tú a…”
Empodera a tus hijos, no importa la edad que tengan a que si creen, todo les será posible, díselos, decláraselos, conversa con ellos sobre los sueños que quieren alcanzar y cómo lograrlo, busca ejemplos de vida de personas que lo han logrado, anímalos y apóyalos.
Predica con tu ejemplo como papá y mamá, ten iniciativas que siembren pensamientos, palabras y acciones positivas en tus hijos, desde reuniones familiares, momentos de oración y juegos, todo lo que se te ocurra!
Escucha lo que tus hijos tienen que decirte, sus inquietudes, comentarios, lo que opinan o sienten en relación a lo que pasa a su alrededor.
Evita apoyar el “ojo por ojo y diente por diente” en la relación de ellos con sus amigos o compañeros de colegio, sobretodo en relación a burlas, bullying y cosas así. Enséñales cómo manejar esas situaciones.
Humildad: Actitudes humildes, saber compartir, ser generosos, darle crédito y valor a lo que los demás hacen o las opiniones de otros, valorar el trabajo de los demás y aprender a felicitar, dar gracias y alegrarse por el triunfo ajeno.
EL DIVORCIO
El divorcio está caracterizado por tres etapas:
• Etapa de predivorcio: la fase de conflicto manifiesto: en la cual los problemas normales de la vida de pareja se maximizan, hay insatisfacción, malestar, desilusión, se inicia el alejamiento emocional y físico, pero pueden existir intentos de reconquista. Viene luego la segunda fase de divorcio emocional, en la cual los afectos positivos están anulados por los negativos, e inicia una serie de confrontaciones y agresiones verbales y físicas, en las que se intenta colocar a los hijos en contra del otro progenitor.
• Etapa de transdivorcio: se inicia el divorcio legal, económico y los problemas de custodia y relación parental donde, en muchas ocasiones, no importa el beneficio de los hijos, los cuales son usados en el conflicto, tratando de “ganárselos”, a través de chantajes emocionales, regalos y privilegios.
• Etapa postdivorcio: se presenta un conflicto de lealtades en los hijos, pero, a la vez, es una etapa muy importante, porque se inicia la elaboración del duelo, hay nuevas amistades y rutinas con los hijos, y una fase de elaboración psicológica final, con aceptación de la pérdida.
CÓMO LOGRAR QUE EL DIVORCIO NO AFECTE A LOS NIÑOS
1. Explícale lo que sucede con claridad, de manera que lo pueda entender. A la hora de comunicar la decisión del divorcio, es importante que ambos progenitores estén presentes, ya que esto le dará mayor seguridad al niño y no se sentirá abandonado por uno de ellos.
2. Hazle saber que no es su culpa. Muchos niños se sienten culpables por la separación de sus padres, creen que el divorcio se debe a su comportamiento. Por eso, es importante dejar claro a tu hijo que no tiene ninguna responsabilidad en lo ocurrido y que ambos le seguiréis queriendo igual.
3. Dale los detalles que necesita saber. Después de que le comuniques la noticia, es normal que el niño se sienta confuso y desorientado, ya que siente que su mundo se está desplomando. Intenta explicarle qué sucederá a partir de ese momento. No es necesario que entres en demasiados detalles. Se trata de pequeños detalles que, a menudo, los padres pasan por alto, pero que le transmiten seguridad y confianza a los niños.
4. Mientras asimila la noticia, valida sus emociones. La mayoría de los niños necesitan un poco de tiempo para asimilar el divorcio de sus padres, normalmente unos 2 a 6 meses. Durante esa fase, hay que tener paciencia y apoyarle. Valida esas emociones y anímalo a hablar de ellas.
5. Mantén la rutina, incluyendo nuevas actividades motivadoras. Los hábitos cotidianos sirven para que el niño se sienta seguro, por lo que es importante que, dentro de lo posible, mantengas las mismas rutinas. Por supuesto, también es conveniente incluir nuevas actividades que el niño disfrute, de manera que pueda comprender que, aunque todos estáis atravesando por una situación difícil, también podéis seguir disfrutando de la vida.
6. No hables mal del otro progenitor. Para los niños, las razones del divorcio no son suficientes. El niño quiere a ambos padres y no le parece bien que se separen, por encima de cualquier error de pareja se encuentra su amor de hijo. Por encima de las rencillas personales debe prevalecer el bien del niño, y lo mejor para este, es que sus padres sigan queriéndole y apoyándole como siempre.
7. No abandones ni descuides a tu hijo. En algunos casos, la sensación de abandono que tiene el niño es real, ya que uno de los progenitores le abandona, literal o metafóricamente. De hecho, el abandono no es solo físico, del padre que se desentiende del niño, sino también emocional, en cuyo caso es más habitual del padre que se queda a cargo del hijo. En estos casos, lo usual es que los niños se conviertan en cuidadores del padre, asumiendo roles y responsabilidades para los cuales no están preparados.
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LAS CONSECUENCIAS DEL DIVORCIO SEGÚN LA EDAD
La ruptura de la pareja suele producir en los progenitores dos tipos de problemas, el ajuste personal al divorcio y la adaptación al nuevo y diferente papel de progenitor divorciado.
Tanto hombres como mujeres suelen presentar estrés, ansiedad y pérdida de autoestima, y con mayor intensidad quienes no han tomado la decisión de separarse. Estos frecuentemente se sienten: sorprendidos, heridos, rechazados, furiosos, avergonzados, traicionados y devastados, padeciendo enorme confusión emocional, acompañada de rabia y pérdida; quienes toman la decisión de la ruptura de pareja, especialmente si esta tiene hijos, pueden sentirse culpables, y mantener cogniciones y sentimientos contradictorios. Todo ello les transforma, en muchos de los casos, en personas vulnerables y en gestores incompetentes de sus vidas, especialmente como progenitores. De esta manera, no es infrecuente que las personas que se están separando presenten pensamientos y sentimientos negativos hacia el otro, y que la mala gestión del proceso los transforme en odio, rencor e incluso espíritu de venganza. Lo que convierte el proceso de separación de la pareja en un enfrentamiento personal, donde el conflicto va in crescendo y la brecha familiar se va agrandando exponencialmente. Llegando, en algunos casos, a suponer un proceso de alto maltrato a los hijos, con consecuencias terribles e inimaginables para estos. No siempre la mala actuación de los progenitores se debe al odio que se procesan, sino al desconocimiento que tienen sobre el alcance que sus conductas tienen en sus descendientes. Con independencia de la motivación, lo cierto es que los hijos se convierten en víctimas de su proceder, lo que justifica la necesidad de los programas de ayuda a familias separadas.
En los procesos de separación y divorcio, el maltrato a los hijos puede ser de cuatro tipos:
1. Maltrato emocional, con conductas tales, como: judicialización de la relación parental, declaración de los hijos en el proceso judicial, falsas denuncias de abuso sexual, interferencias parentales, motivación de la ilusión de reconciliación, utilización del menor como espía o mensajero, la parentificación, etc.
2. Maltrato físico, principalmente producido por sobrecarga en las obligaciones del menor, tenerse que ocupar de tareas que no le corresponden por la etapa evolutiva en la que se encuentran.
3. Abandono físico o negligencia, esto ocurre, por ejemplo, cuando el progenitor que ejerce la custodia, a sabiendas de que no puede atender todas las necesidades de los niños, no pide ayuda al otro progenitor ni a otros adultos o instituciones; cuando el progenitor que no ejerce la custodia no ofrece soporte necesario.
4. Abandono emocional, puede producirse, por ejemplo, cuando: no se le ofrece una explicación a los hijos acorde a su edad; no se les brinda el apoyo, por parte de los progenitores o profesionales, para superar la separación; o se desatiende el cumplimiento del tiempo de estancias y comunicación.
Los niños de padres divorciados presentan un mayor riesgo de padecer problemas de salud física, entre ellos: obesidad, asma, cáncer, hipertensión y enfermedades de tipo coronario. Igualmente, se han encontrado alteraciones psicosomáticas, como dolores de cabeza y estómago. Por otra parte, en jóvenes menores de edad, la separación de los padres se presenta como una de las causas más frecuentes de suicidio y tentativa de suicidio, con frecuencia a causa de sentimientos de rechazo o detrimento del interés de sus progenitores hacia ellos.
Los niños preescolares:
Suelen reaccionar al proceso de separación o divorcio de sus padres con ira, tristeza o tendencia al aislamiento; pueden sufrir regresiones en su desarrollo, es decir, volver a conductas de edades anteriores, como orinarse en la cama, por ejemplo.
Es posible que las niñas adquieran una actitud adulta y se encarguen del cuidado de sus hermanos menores; el asumir estas conductas depende del niño o la niña y de las relaciones y factores que estén acompañando este proceso.
Los niños escolares:
Generalmente, se sienten tristes y extrañan mucho al padre que deja el hogar; puede ser que los niños sean difíciles de disciplinar y no acaten las normas y condiciones que pone el padre que se queda. Es muy posible que busquen apoyo fuera de la familia; de ahí, la importancia de conservar buenas relaciones con las familias de ambos padres. El apoyo de los abuelos es significativo para ellos durante la crisis y posteriormente a ella.
Los adolescentes:
Algunos, aparentemente, no se sienten tan comprometidos en el evento, pero son los que realmente pueden salir más afectados durante el proceso. A corto plazo, pueden tener sentimientos de tristeza, soledad y depresión y, además, sentir que deben lealtad a los padres y pensar que deben tomar partido en la situación. Los sentimientos que se generan en ellos, pueden hacerlos optar por conductas delictivas, de drogadicción, de vagancia o de bajo rendimiento escolar.
Otros pueden estar más preocupados por su propia vida y creen que ya no necesitan la guía y orientación de sus padres.
Las conductas duran más o menos tiempo de acuerdo con la trascendencia de la situación y con la calidad de las relaciones y de las manifestaciones afectivas que los padres establezcan con sus hijos, que de ser buenas, servirán como amortiguadores en el proceso de adaptación a la nueva vida.
SÍNDROME DE CONFUSIÓN FILIAL Y EL SÍNDROME DE INDEFENSIÓN PARENTAL .
Como contrapunto a este síndrome y para explicar, bajo otro punto de vista, el proceso que conduce al supuesto SAP, se han propuesto dos denominaciones nuevas: el síndrome de confusión filial y el síndrome de indefensión parental. Se refiere, en el niño, al proceso de inclinación o compromiso, sin fundamento, hacia la “buena y amada” parte del progenitor custodio y al alejamiento de la supuestamente “mala y odiada” parte del otro.
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