En un día especial como la de mi cumpleaños, era lo máximo recibir rojas rojas frescas de mi madre, hoy hace casi dos años que ella partió de este mundo, todavía me cuesta superar o procesar su partida. Cuanto cuesta convencerse a uno mismo que las rutinas dejarán de ser tal cosa si no más bien ya son recuerdos, los recuerdos más añorados!!.
Anhelo tanto volver a verla acercándose en mi portón principal, con el ramo de rojas rojas en sus maltratadas manos. Mi inconsciente esperó los mismos ramos de flores todo el día de mi cumpleaños, tanto me costó convencerme que ya nunca recibiré tales rosas mágicas. De tanto esperar que se repitan las costumbres del festejo, reunión familiar, comida deliciosa encabezada por mi Reina Madre, mis lágrimas se secaron y mi cerebro se cansó de tanto pensar y buscar la forma de cubrir tan grande vació en mi ser.
Coincidentemente o talvez el destino, Dios o mi mamá me escuchó y se apiadó por mi, no lo sé, encontré a un vendedor de rojas naturales en la puerta de un supermercado donde estaba haciendo mis compras, yo, parecía una criatura deseando con todas las fuerzas miraba a toda hora aquellas rosas. Mi ser interior me decía que no son las mismas rojas que mi madre me regalaban, por otro lado, sentía que quizás si compraba esas flores sentiría un poco de alivio. Y sí, me animé y compré, feliz estaba con mi ramo de flor, rosas, lo coloqué en un lindo florero transparente en el medio de mi cocina, a cada instante lo miraba y me transmitía un ligero bienestar en mi alma, en mi espíritu.
La vida es injusta, cuanto más temprano lo entendamos será mucho mejor para todos, me refiero en mi contexto actual, veo que muchas madres son descuidadas e ignoradas por sus hijos, veo hijos peleándose por gastos o cosas superfluas, sin embargo, lo que yo daría por tener un solo instante con mi madre, hoy, las rutinas, tradiciones familiares de antes son los recuerdos más dolorosos, por que ya no volveré tener momentos con mi madre, por otro lado representan un consuelo, un poco de regocijo a mi corazón. Hoy, verla su jardín, arreglar sus plantas o mimar a su perra fortifica un poco mi espíritu, también, me invade la impotencia y la soberbia humana como para conformarme con tan poco, pero, al instante, recuerdo que no tengo más opciones que ser resiliente. Yo se y aprendí de mi amada madre, cuan importante y vital es ser un Ave Fénix en todo momento de nuestras vidas, gracias a sus enseñanzas y ejemplo de vida de fortaleza, estoy saliendo adelante sola o con pocas personas valiosas que me aportan empatía y sostén cuando sola no puedo avanzar. Más que importante, como creyente, Sin Dios en mi vida no podría esta escribiendo estas humilde líneas de mis sentimientos.
Te esperará con paciencia y sabiduría hasta el día que volvamos avernos. Confío en mi Dios que así será.
Madre mía...