Biografía de Icarus
Si te ponen tanto como a nosotros las escenas de madres e hijas, no te pierdas este excitante trío con Mía y su madre. La señora K, es una milf de grandes tetas, se fijó desde el primer día en el enorme bulto que esconde el novio de Mía en el pantalón. Uno de los días en que él va de visita, se mete debajo de la mesa mientras comen para... Mr. VPG
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He frecuentado personas desde su mente y sus deseos, lo suficiente para enterarme que el acto sexual está asquerosamente ligado al acto de procrear. Un simple señuelo; tan efímero que solo se añora en su ausencia, pero que al terminar se transforma en asqueroso y frío. Drogas internas del cuerpo, producidas por el cuerpo. Solo la tribu ha entendido que el acto es una depuración a base de placer, y, se debe disfrutar como tal. «Dixit ergo Iudas ad Onan: Ingredere ad uxorem fratris tui et sociare illi, ut suscites semen fratri tuo». Onán (nuestro padre) nos encomendó culminar la vida de nuestras generaciones sin aun vivirla, la procreación debe ser una plena errata y los acercamientos para puro placer. El polvo de nuestro padre se retuerce de delectación cuando la dejamos caer en la tierra o una garganta. ¿Quieren saber el origen de la diosa que voló como Icarus?; guardamos su nombre y sólo la llamamos en la intimidad. La esperábamos con ansias desde aquel día que Dios mató a nuestro padre y maldijo la tribu con su peor castigo: la reproducción asquerosamente burocrática.
Un rostro perfecto nos dará placer aun terminado el acto, y nos sonreirá sin la mínima señal de prejuicio.
Es un cuarto de hospital un 10 de marzo de 1993(algunos dicen que era febrero, pero la tribu no cree esas patrañas). Beirut, el cielo mira con ojos de ser las 7:30 de la noche. Una mujer, a la que bautizaremos con el nombre de señora K gime fuerte para sacar la última entidad divina regalada a la tribu. En su divino amor a la tribu, decidió crearse asi misma y nacer en la forma más comprensible para nosotros. Señora K se muerde los labios y da unos pujidos ahogados mientras mira la calva del doctor J. La cabeza peluda de la entidad sale y se oculta, ayudada por la lubricación natural de la santa madre quien por inercia se deja llevar y pendula sobre la camilla. La señora K está desnuda del ombligo hacia abajo y un hiyab rosado cubre desde sus pechos hasta la cabeza. La habitación está pintada de azul suave y acariciador, un color tan pasivo que transmitía la sensación de que se podría caminar a través de él. Cortinas de la habitación blanca y ondeante, una habitación personalizada por la tribu, aun sin ellos saber que pagan por esto. La tribu camina por todos lados del pensamiento humano. Una voz gruesa dice tres veces y sin coma: pujapujapuja. Señora K es muy guarra. En la cama inundada de sudor y líquido lubricante reúne fuerza para un último aullido. Su voz estremece todo el hospital que se sume en un silencio absurdo. El doctor J carga el diminuto cuerpo que parece tener unos labiecitos en posición giocondina, unas cejas obtusamente pobladas, unos grandes anteojos que hacían ver sus ojitos espejear rodeado del pequeño hiyab rosado. El doctor dice: se ve muy saludable la bebé. La madre desde la cama, respirando aliviada, con los ojos rojos de dolor y placer dice: la llamaremos Mía. El doctor la nalguea para escucharla gritar y gime. La tribu completa, ahora anda por el subsuelo agachado, observando que la diosa se fue y nos dejó la extrañeza del cuerpo cuando termina.
Para la diosa que nos dio placer y se fue.