Sentada a las afueras del hospital Antonio María Pineda de Barquisimeto está la señora Verónica Vásquez. Son las 11:35 de la noche y no come desde las 2:00 de la tarde. Su rostro, visiblemente cansado, denota el sufrimiento, la angustia y la desesperación de quién tiene a un familiar internado en un centro de salud pública. "Es mi papá el que está en la emergencia. Llegamos a las 2:20 de la tarde porque papá tenía un fuerte dolor en el pecho pero aún no lo atienden", señala la mujer antes de romperse en llanto.
La desesperación de Vásquez está más que justificada. Ha leído cientos de noticias que hablan de escasez de insumos y falta de personal y durante la tarde del 28 de marzo le tocó experimentarla. "Cuando llegamos me pidieron guantes, tapaboca y una serie de medicamentos porque en la emergencia no había nada. Me tocó pedir plata porque yo no tenía", dice con algo de vergüenza.
A las 12:16 de la mañana uno de los porteros de la institución dice el nombre de su padre. Ella sale corriendo en busca de noticias pero antes de llegar a la puerta el vigilante le dice que vaya a comprar solución fisiológica y adhesivo. "¿Donde consigo eso?" pregunta pero no obtiene respuesta pues el hombre se da media vuelta y la deja hablando sola.
Esta es sólo una de las miles de historias que se viven diariamente en los centros públicos en Venezuela. La precaria situación en la que se encuentran los hospitales, con una inoperatividad del 80%, deja a los enfermos en manos de Dios. "Es como si nuestros hospitales fueran una gran morgue", dijo el doctor Ruy Medina, exdirector de salud en el estado Lara cuando le tocó analizar la situación de los hospitales en Venezuela.
Curiosamente el gobierno de Nicolás Maduro asegura que las cosas van para mejor. Diariamente hablan de dotación de insumos a hospitales y ayudas para los enfermos pero la realidad es otra. En Venezuela los enfermos mueren de mengua y muchos tienen que buscar en el extranjero lo que no consiguen en su país.
Tan marcado son los niveles de desabastecimiento en el país que, de acuerdo a estudios publicados por organizaciones como CODEVIDA, el 60% de las personas diagnosticadas con cáncer mueren por no tener acceso a los medicamentos. 85% de la población venezolana presenta cuadros de malnutrición y el 95% de los hospitales tiene fallas en el personal. Todos estos números ejemplifican la crisis sanitaria que atraviesa el país y que no es reconocida por los voceros gubernamentales.
En este holocausto en el que se ha convertido Venezuela los enfermos crónicos son los que más sufren. De acuerdo a datos suministrados por la fundación Amigos del Paciente Renal el Venezuela, en los últimos ocho años han muerto cerca de 9 mil 500 pacientes. Las fallas en los tratamientos, la escasez de medicamentos y la mala alimentación sin factores determinantes a la hora de explicar estos números.
Organizaciones como Médicos Unidos en Venezuela han alertado sobre esta situación pues señalan que los hospitales en la nación sudamericana no están capacitados para atender a pacientes. Da igual si el enfermo llega sufriendo de gripe o infartado los niveles de escasez son tan altos que ambos casos los familiares tendrán que buscar los medicamentos. "Hay que llevar hasta la muerte", dicen a modo de broma las personas que tienen a algún familiar internado en algún centro de salud pública.
Mientras la crisis sanitaria en Venezuela se mantiene los gobernantes regionales y nacionales siguen organizando eventos como Carnavales y Semana Santa ignorando una realidad que es cada vez más grave y que diariamente le cuesta la vida a tantos venezolanos.