Al hablar de alimentar el alma, quiero decir seguir la dirección de ella, aceptar lo que nos ofrece con insistencia, seguir el camino de la felicidad, perdonar todo, aceptar todo, vivir plenamente el ahora, sin preocuparse por el mañana, aceptar que somos seres perfectos, sin tener que cambiar nada de nosotros, simplemente aceptando todo de manera positiva.
Yo siempre me digo a mí mismo lo que resiste, persiste, lo cual es perfecto, ya que lo he comprobado por mí mismo, en el momento que aceptamos el universo se expande y se abre de tal manera, que es impresionante, y nos da posibilidades infinitas, en cambio, cuando nos resistimos a algo, el universo se contrae y es cuando todo se nos complica y comienza a suceder lo que no queremos, bueno en cierta manera si lo queremos, porque si ponemos energía en algo, es porque a cierto nivel lo deseamos, si no deseas algo no le des un segundo pensamiento, pero si ves que no se va de la mente, simplemente acéptalo y será genial.
ESTAR EN SINTONÍA CON NUESTRA ALMA
Cuando no estamos en sintonía con nuestra alma, nos tropezamos tanto porque nosotros vamos en una dirección y ella por otra, y claro nuestra alma sigue lo que a ella le interesa por supuesto para vivir lo que ella desea y tener la experiencia que necesita en ese momento, así que, déjate llevar, fluye en esa energía, será una experiencia sin igual, seremos felices porque esa es la felicidad, dejar nuestra carga en manos de ella, no cargues y te canses porque realmente nos ponemos cosas muy pesadas en nuestra vida, ella te dice déjamelo a mí, con todo el amor que os podáis imaginar.
Escucha tu alma, y un consejo cuando tengas tantas preguntas sin responder y estés agobiado, simplemente vacía tu mente, porque si está llena y tú le pones más se desborda. Esa es la razón de vaciar nuestro vaso, hay un dicho que lo conocéis seguro, de poquito a poquito se llena el vasito, y es lo que pasa cuando no vaciamos nuestra mente, todo se acumula.
LA SOLEDAD DEL ALMA
También decir que la soledad es la atmosfera de las almas grandes. Lo vemos en la naturaleza misma. Las aves que revolotean sobre la tierra no están solas, parece que charlan amistosamente, mientras entrecruzan sus atrevidos vuelos, pero y el águila, que batiendo sus alas se eleva bien alto y pronto se encuentra aislada en la soledad de las alturas y que me dices de las montañas más elevadas, no parece que, dejando a su falda a las mismas nubes va a perderse su cima en la misteriosa soledad.
Lo mismo puedo decir que un alma vulgar fácilmente encuentra eco en otras muchas, pero la que piensa alto y piensa hondo, la que desplegando sus alas se levanta con vigoroso aleteo sobre las vulgaridades de la tierra, empieza al mismo paso, a no ser comprendida, a ser censurada.
ALMAS DE LUZ
Todo el mundo señala y encuentra rarezas en los sabios, extravagancias en los artistas o locuras en los santos. Y sin negar que puedan darse en realidad, lo cierto es que la gran rareza, la insoportable extravagancia, la locura imperdonable de las almas grandes, es precisamente el haberse elevado sobre el nivel de la vulgaridad. El rayo no hiere al hisopo que el más ligero viento abate, sin que se descarga sobre el esbelto cedro y desgarra a la encina vigorosa.
Por eso, para mí, toda alma que se siente pletórica de luz y en quien palpita la ilusión de un ideal, necesariamente experimenta el deseo de encontrar almas hermanas donde tengan eco sus aspiraciones, tanto las personales como las profesionales y si no las encuentra su voz se perderá en el vacío, como se pierde el clamor del viajero en las soledades del desierto o como se pierden las mejores ráfagas de sol.