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El olmo no da peras

El olmo no da peras

Si conoces aquel viejo refrán español y sin embargo no te cansas de “pedirle peras al olmo”, hay malas noticias: el olmo es un hermoso árbol que te da madera y una buena sombra pero no da ni dará peras, jamás.

➕ Extra 07/07/2022
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Giannini
@Giannini

Esperar de los demás lo que no quieren o no pueden dar, nos lleva al conflicto y a la desilusión.
En esta oportunidad, te contamos como funciona la conducta de un “olmo” y la de quien le pide "peras", con insistencia. Te presentamos 5 personajes típicos que simbolizan a “esos olmos que no te dan una pera” ni por casualidad.

La psicóloga Hilda Levy, autora del libro “No le pidas peras al olmo” de Editorial Sudamericana, desarrolla una interesante tipología sobre las personas “olmo”, de la cual se muestran algunos ejemplos (marido, mujer, hijo, socio, amigo) que, seguramente, reconocerás en tu entorno.

El olmo no da peras
Para qué pedirle peras al olmo

Gentileza: Pixabay Free

1. El prolijo
"Espera que acomode la ropa”

Tiene una vida ordenada y metódica: jamás pierde la compostura. Cuando conoce a una mujer, en el momento del encuentro íntimo aparece su obsesión por el orden. Le resulta imposible amoldarse a situaciones espontáneas como el sexo, ya que en los momentos más inoportunos, se pone a juntar la ropa que ha quedado tirada por la habitación. De más esta decir que este comportamiento desorienta a su compañera que puede tener dos reacciones: “huir” o tratar de amoldarlo. Si opta por la segunda opción, se cansará de pedirle que sea más flexible. No está en su naturaleza ser como se le pide que sea.

2. El fanático
Sal de ahí. ¡No me dejas ver la jugada!”

Es aquel que recita de memoria cada jugada y conoce los nombres de los jugadores de todos los equipos. Aunque, jamás se da cuenta de que su esposa se ha teñido el pelo de colorado. Lo mejor que puede hacer es entender que cada uno tiene una vida independiente además de la vida en común. Y buscarse ella también su propio hobby.

3. El indiferente
“Tan contenedor como una alcantarilla”

Son aquellas personas que encubren agresividad y una cuota de sadismo. No se compadecen del dolor ajeno por fuerte que sea y cuanto más necesitado de afecto está el otro, más se complacen en negárselo. A veces, su temperamento narcisista o insensible hace que ni siquiera repare en lo que le sucede a quien lo rodea. Ser auto-suficiente y tomar distancia emocional, hará que esa actitud egoísta te duela menos.

4. El pegajoso
"¿A dónde vas? Yo te acompaño"

En el extremo del indiferente, se encuentra este “olmo” que no tiene vida propia y se acopla a su esposa/o como una mochila. Vigila, llama, acompaña a su pareja a la peluquería o al taller. Para algunas personas, este olmo dependiente resulta muy servicial pero si tu personalidad hace que lo sientas agobiante, el único remedio para recuperar tu autonomía será alejarte.

5. La mascotera
“No me pidas que no quiera a estas criaturas de Dios”

Son personas que proyectan sus sentimientos y expectativas en sus animales a quienes adoran. Están pendientes de manera obsesiva de la salud de su mascota. Si bien es inofensiva, en su desborde por brindar amor a los animales deja de lado y descuida a sus familiares.
Debes que entender que su afición por los animales no la hace mala . Y si la quieres, tendrás que aceptarla con sus manías.

¿Qué tipo de olmo hay en tu jardín?

• Leves: Especiales, mañeros o caprichosos. Se puede convivir bien con ellos porque no son dañinos.
• Moderados: Autoritarios, inflexibles, desconsiderados. Incomodan a su entorno y la buena convivencia dependerá de la tolerancia de quien los acompaña.
• Severos: Destructivos, agresores, narcisistas en grado extremo. Llevarse bien con ellos es una tarea difícil ya que son de convivencia intolerable.

Estrategias clave ante un "olmo"


• Los defectos de los olmos pasan más desapercibidos si estamos ocupados. Controlarlos continuamente no es sano ya que quien busca problemas, los encuentra.
• La mejor manera de que el otro cambie es empezar por cambiar uno mismo.
• Para poder convivir en paz, debes negociar, poner ciertos límites y aceptar otros.
• Saber decir sí o no, de manera oportuna.
• Si la situación que plantea el "olmo" intercede seriamente en la relación, como el caso del maltratador, te quedan dos opciones: vivir en continuo conflicto y desgaste emocional o un sano alejamiento.


Fuente: No le pidas peras al olmo. Hilda Levy. Editorial Sudamericana.

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