Cada cierto tiempo, los comentaristas y narradores de radio y tv hablan de esos episodios cuando las nuevas generaciones preguntan a sus padres porque les dan tanta importancia a esos estadios que todos llaman “históricos” como Wrigley Field o Fenway Park. Durante un “Juego de la Semana”, una tarde sabatina, un narrador relataba la historia de un padre y su hijo de diez años de edad. Estaban en las gradas del jardín central en Fenway Park. Había una gran discusión entre cinco tipos que hablaban de los números retirados por los Medias Rojas de Boston. El más vehemente seguía levantando la voz: “Los Medias Rojas tienen muchas deudas con algunos de sus grandes peloteros del pasado. Esa lista nunca estará completa hasta incluir entre otros a Dominic DiMaggio, Tony Conigliaro y Dwight Evans”. Ese tipo de barba blanca, ojos azules, manos pequeñas, recitaba los números con voz quebrada: “El siete del Pequeño Profesor, el veinticinco de Tony C, y el veinticuatro de Dewey, debieron haber sido retirados hace mucho tiempo…”
Recientemente los Yankees de Nueva York anunciaron que retirarán el número del jardinero Paul O’Neil, el 21. Ese es un honor que la política de los Yankees siempre ha reconocido a sus peloteros más aguerridos y fajadores sin importar si están o no en el Salón de la Fama. Aunque retiraron el número de Johnny Pesky sin que este sea inquilino del citado salón, y también retiraron el número de David Ortíz la temporada siguiente a su retiro cuando aún había que esperar unos años para estar en el salón, esos dos casos parecen ser la excepción entre Bobby Doerr, Ted Williams, Carl Yastrzemski, Jim Rice, Carlton Fisk, Pedro Martínez. Ese es un punto de vista muy lamentable y discutible porque hubo peloteros que no fueron segundos de nadie en un diamante beisbolero e hicieron de los Medias Rojas un equipo competitivo en una época cuando otros equipos eran muy poderosos. De seguro hay otros casos, pero en mi opinión, los niveles de integridad, liderazgo y coraje con que estos peloteros se desempeñaron en el campo o actuaron en el plato, los hace inobjetables. Hablamos de los méritos de Dom DiMaggio, Tony Conigliaro, y Dwight Evans para merecer que sus números sean retirados por los Medias Rojas.
El más joven de los hermanos DiMaggio ha sido tal vez uno de los peloteros más subestimados no solo de los Medias Rojas de Boston sino de todo el beisbol de grandes ligas. Dominic DiMaggio fue el mejor jardinero central defensivo de su época, aun mejor que su destacado hermano Joe. Lideró a los jardineros centrales de la Liga Americana en outs en 1947 (401), 1948 (487), 1949 (425), y en la historia de MLB ocupa la posición 40 (3.513). También encabezó a los jardineros centrales de la Liga Americana en asistencias en 1942(19), 1947 (19), 1949 (14), 1951(17), en la historia de MLB ocupa el lugar 13 (143). En menos errores cometidos como jardinero central, lideró a la Liga Americana en 1941 (15), 1947 (10), 1949 (10), 1951(11); ocupa el lugar 20 en la historia de MLB (89). En doble plays como jardinero central, lideró la Liga Americana en 1942 (7), 1947 (4), 1952 (4); ocupa el puesto 27 en la historia de MLB (30). También lideró a los jardineros centrales de la Liga Americana en porcentaje de fildeo en 1949 (.978). Dom DiMaggio también comandó a la Liga Americana en carreras anotadas en1950 (131), 1951 (113); y en triples: 1950 (11).
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Tal vez Tony Conigliaro no jugó lo suficiente para ser considerado con méritos para retirar su número 25, sin embargo en las siete temporadas que jugó para los Medias Rojas el mostró la intensidad, la destreza, la integridad, rapidez mental, para propulsar aquellos equipos mediocres de Boston y mantenerlos compitiendo, hasta colaborar en aquella memorable temporada de 1967 al nivel de Carl Yastrzemski solo detenido por esa noche terrible de agosto. Aún en la noche más cargada de neblina de abril, Tony C perseguía complicadas líneas hacia el jardín derecho hasta atraparlas cuando todos pensaban que la pelota estaba rebotando en la esquina más remota de Fenway Park en lo que de seguro sería un triple. Conigliaro era el tipo de pelotero que nunca se rendía, nunca se daba por vencido, nunca huía de las dificultades. Dick Williams, su manager en aquel inolvidable temporada de 1967, dijo: “Digan lo que quieran, pero el muchacho era un fajador…En el terreno no había nadie que jugara más duro…al tener a Tony Conigliaro batallando ahí todos los días, el juego de beisbol era el ganador”.
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Ningún jardinero derecho en la historia de los Medias Rojas de Boston ha hecho lo que Dwight Evans logró con su guante y su brazo. Pero tal ves su característica más resaltante era la paz y la humildad con que lideraba al equipo durante sus momentos más grandes. Solo tenía reflexión y respeto por cualquier compañero que tenía momentos difíciles. En ves de criticar y juzgar, la opción de Evans era mantenerse tranquilo, comprensivo, empático. Como aquel incidente cuando Don Baylor buscó a Evans porque Jim Rice tenía una actitud muy difícil hacia sus compañeros. El día siguiente Evans se apareció con un pasaje de la Biblia y Baylor tuvo que resolver la situación hablando con Rice en los términos más considerados.
Evans ganó ocho guantes de oro como jardinero derecho en la Liga Americana, cinco de ellos seguidos entre 1981 y 1985. Lideró a los jardineros derechos de la Liga Americana en outs cuatro temporadas: 1978(300), 1979 (303), 1982 (344), 1984 (315); es tercero en la historia de MLB con 4.247 outs. También encabezó a los jardineros derechos de la Liga Americana en asistencias tres temporadas: 1975 (15), 1976 (15), 1979 (15); es décimo sexto en la historia de MLB con 155 asistencias. Lideró a los jardineros derechos de la Liga Americana en dobleplays tres temporadas: 1975 (8), 1976 (4), 1980 (7); es noveno en la historia MLB con 42 dobleplays. Comandó a los jardineros derechos de la Liga Americana en porcentaje de fildeo tres temporadas: 1974 (.990), 1976 (.994), 1979 (.988); es vigésimo octavo en la historia de MLB con .987.
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Enos Slaughter dijo que su inesperada carrera de la Serie Mundial de 1946, que terminó dándole el título a los Cardenales de San Luis, casi fue detenida en tercera base, pero entonces recordó que Dom DiMaggio no estaba en el jardín central. Dom había igualado el juego a tres carreras en el octavo inning con un doble de dos carreras, pero se lesionó un músculo de su pierna mientras se deslizaba en segunda base y tuvo que salir del juego. Dom dice que observar la carrera de Slaughter hacia el plato en la Serie Mundial fue muy doloroso para él, antes del imparable de Harry Walker, le estaba dando señas desde el dugout a su sustituto, Leon Culberson, pero este no vio las señas y no se ubicó en el lugar que le indicó DiMaggio.
“Los únicos que conocían bien a Dom eran los aficionados de Boston, pero en el resto del país; no le daban mucho crédito. Podía tocar, hacer la jugada de batear y correr, podía batear largo y si tenía que hacerlo, podía robar bases. Podía vencerte de muchas maneras”. Joe DiMaggio dijo de su hermano Dom.
Su compañero de equipo con los Medias rojas de Boston, Mace Brown, siempre hablaba de la calidad defensiva de Dom. “Dom jugaba muy corto en el jardín central, su velocidad e inteligencia le permitían hacerlo. Muchos juegos se salvaron y muchos rallies se detuvieron debido a que Dom venía corriendo a tomar elevaditos detrás de segunda base cuando estaban a punto de caer y después de tomar la pelota no se caía sino que lanzaba a donde tenía que hacerlo”.
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El jueves, 27 de Julio de 1967, los Medias Rojas de Boston jugaban contra los Angelinos de Los Angeles en Fenway Park . Los patirrojos perdían 52 en el cierre del noveno inning, dominados toda la tarde por Jim McGlothlin, uno de los mejores abridores de la liga. Pero Joe Foy despacha cuadrangular de dos carreras para acercar a los Medias Rojas por solo una carrera, entonces Tony Conigliaro conecta el envió del relevista de los Angelinos Bill Kelso para jonrón sobre el monstruo verde y el juego está empatado. Los Medias Rojas finalmente ganan en el cierre del décimo inning.
George Scott, compañero de equipo de Tony en los Medias Rojas del Sueño Imposible recuerda: “Él quería ser el hombre. En el octavo y noveno inning, él quería estar ahí. Era un jugador oportuno. Era el mejor que he visto. Tony y Frank Robinson…Me gustaría saber quien fue más agresivo y determinado que esos dos”.
El 7 de abril de 1969, los Medias Rojas de Boston visitaron a los Orioles de Baltimore en Memorial Stadium y en el décimo inning, Tony Conigliaro intentando un regreso con un ojo izquierdo parcialmente recuperado, bateó jonrón contra el relevista Pete Richert para ganar el juego 4-2,
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Doug Hornig (Autor del libro: The Boys of October. 2003)., le preguntó a Don Zimmer en una entrevista. “¿Qué tan bueno es Dwight Evans en el jardín derecho?” Zimmer contestó con otra pregunta: “¿Conoce la diferencia entre un doble por reglas y otro por interferencia de un aficionado?” Hornig dijo que un doble por reglas era la consecuencia de una pelota rebotando hacia las gradas. Y que había interferencia si un aficionado tocaba la pelota antes que saliera del parque. “Bien”, dijo Zimmer. “Si la pelota se va a las gradas por su cuenta, el bateador consigue dos bases ¿Qué obtiene el bateador si un aficionado interfiere?” Hornig dudó. “¿Un doble?” “Incorrecto”, dijo Zimmer. “El árbitro principal, en su mejor juicio, coloca a los corredores donde piensa que deberían estar. Cuando Boston jugaba y había una interferencia de un aficionado sobre una pelota bateada hacia la raya del jardín derecho, ¿sabe lo que ocurría?” Hornig se encogió de hombros. Zimmer cruzó las manos. “El bateador era enviado a primera base. Punto. Bien, el manager rival siempre se iba a quejar, gritando como un pandillero. ‘¡Eso es un doble! ¡Eso es una interferencia del aficionado! ¡Tiene que ser un doble!’ El árbitro principal sonreía, señalaba hacia el jardín derecho: ‘¡Ah, ah, no con ese tipo ahí!’ Lo que quería decir era que excepto que la pelota pasara sobre su cabeza, Evans siempre reducía todo a un sencillo. Si tratabas de alargarlo, te ponía fuera en segunda base”.
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“¿Fue un mejor jardinero central defensivo que Joe? Pienso que sí, pero cuando ves a un tipo todos los días, llegar a apreciar las pequeñas cosas que hace. Parecía rastrear las pelotas tan rápido como cualquiera. Comparar a Dominic con Joe es como comparar un buen hombre pequeño con un buen hombre grande en boxeo. El hombre grande siempre va a tener ventaja. Se podría decir que libra por libra, Dominic fue el mejor jardinero central de todos los tiempos”. Johnny Pesky. Few and Chosen. Triumph Books. 2004.
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“Él bateó treinta y seis jonrones ciego. No podía ver la pelota. Eso explica cuanto coraje tenía. No podía ver y tuvo las bolas para enfrentar a todos esos tipos lanzando a noventa millas por hora”. Jerry Maffeo, un amigo de Tony C.
“No hay duda, lo he dicho un millón de veces, si Tony hubiera estado en esa alineación, habríamos ganado”, dice Scott. “Era uno de esos tipos. Reggie Jackson era un jugador de los grandes juegos. Tony era ese tipo de pelotero”. Yastrzemski dice, “Me hubiera gustado haber visto el resultado de la Serie Mundial con ese bate ahí”. David Cataneo with the contribution of Linda Householder. Tony C. The Triumph and Tragedy of Tony Conigliaro. Rutledge Hill Press. Nashville, Tennessee. 1997. Pp. 123-124.
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Hubo un juego de la temporada de 1984 donde los Medias Rojas de Boston visitaron a los Atléticos de Oakland en el Coliseo. Boston ganaba 2-0 en el cierre del noveno inning. Con dos outs, Carney Lansford bateó doblete para remolcar a Donnie Hill. Luego Bruce Bochte despachó sencillo al jardín derecho, el coach de tercera base envió a Lansford al plato ¡Suicidio! Evans hizo out a Lansford con un tiro magnífico. “Duele en el alma perder un juego de esa manera pero no teníamos alternativa”, Jackie Moore defendió su decisión de enviar a Lansford al plato. “Por supuesto, que sabíamos del brazo de Evans. Pero tenía que lanzar perfecto. Totalmente perfecto”.
Alfonso L. Tusa C. 18 de marzo de 2022.©