...
...
El placer de conocerla

El placer de conocerla

Relato sexual. Historias de departamentos.

1 1 0 5

DvC
@DvC

Hacía poco que me había mudado, todavía no me acostumbraba a vivir en los departamentos. Y mucho menos estando solo. Por las noches siempre la vecina de arriba parecía tener un muy ferviente apetito sexual. Y aunque suene algo extraño, me gustaba mucho escucharla gemir. Me la imaginaba súper atrevida. Y cada vez que ella lo hacía, yo la acompañaba dándome placer.

No la conozco, pero todas las noches esa misma mujer me vuelve loco. Cada día siento más deseo de conocerla, y ni que hablar de poder tocarla, besarla. Y ponerle mi pija en esa boca que cada noche grita querer más. Con mi verga extremadamente dura queriéndola complacer por completo. 

Una noche llegando del bar, justo salía una mujer de edificio. Le pedí que no cerrara la puerta, su respuesta se escuchó muy sensual. Me imagine que podría ser ella. Pero ella justo se estaba yendo. Cuando entre a casa, esa noche había silencio. Definitivamente esa hermosa mujer debía de ser ella. Y si antes me excitaba con solo escucharla, ahora habiéndola visto, quería con más ganas poder hacerla mía. Tenerla desnuda. Callar sus gritos con mi pene. El silencio hacia que la extrañara. Y estaba algo cansado, había sido un día duro en el trabajo. Me dormí pensando en ella.

Siempre fui algo metódico y práctico para hacer las cosas. Y los lunes siempre iba a hacer las compras. Y me abastecía de todo lo necesario para la semana, además que no mucha gente va los lunes al supermercado. Y al parecer no era el único que hacia las compras aquel día. Mi vecina increíblemente sexy, sensual, estaba ahí. Ella me miro y me sonrió, yo la salude. Y ella se acercó a mí. Me reconocía como su vecino, lo que no sabía era cuanto yo había escuchado de ella. Se presentó, vivía en el séptimo A. Yo le conteste que vivía abajo de ella. Nos reímos, aquello había sonado algo particular; pero a ella le gustaba mucho jugar, me contesto que le encantaba estar arriba mío. 

Al salir del supermercado, fuimos caminando juntos, las charlas se iban poniendo cada vez más interesantes y sí que sabía hacer subir la temperatura esa mujer. El viaje juntos en el ascensor, con sus miradas a través del espejo. Me estaba controlando mis ganas de lanzarme sobre ella y sacarle toda esa ropa. Llevaba una pupera amarilla con unos jeans que marcaban muy bien todas sus curvas, que hermosas nalgas. Por donde la mirara aquella mujer era bellísima.

Al bajar del ascensor quise despedirme de ella, pero con un beso súper sensual sobre mi mejilla, me dijo al oído. Te espero en casa, preparo un café y seguimos con la charla, si quieres. Deje todas las compras tan rápido como pude. Y fui a golpearle su puerta. 

No más abrió la puerta no lo dude, la estampe contra la misma y la bese. Me correspondió, y no solo eso, se subió a mi cual koala, y comenzó a jalarme el pelo, luego de a ratos me arañaba la espalda. Los besos eran totalmente ardientes, fogosos. Sus movimientos de caderas encima mío, me estaban volviendo loco. La lleve hasta el sillón y la tumbe sobre el mismo. Ella al quedarse frente a mí, se bajó muy despacio hacia mi falo, desabrocho mis botones y comenzó a chuparme la pija. Mi verga entraba cada vez más profundo en su boca. Su lengua y su boca saboreaban toda mi verga. Ella lo disfrutaba, se le notaba en su cara.

Desabrocho ahora yo sus pantalones, y con mi verga totalmente dura, se la clavo hasta lo más profundo. Y comienzan esos sonidos, que tanto me excitaban, sus gemidos. Pero ahora era yo quien los provocaba, aquello me hizo desquiciarme, y comencé a darle cada vez más duro. Ella lo gozaba aún más. Yo la empotraba cada vez con más fuerza, ella me abraza y gimiendo bien cerca de mi oído. Me pide que le dé más duro. 

Era hermosa y a la vez muy caliente. Era el mismo fuego. Y se notaba mucho como disfrutaba. Yo entre su cara de placer, sus gemidos, su tacto, sus pechos, sus nalgas, esos movimientos. Su concha parecía devorarme mi falo, escupirlo y volverlo a tragar. Ver como toda mi pija se perdía dentro de ella una y otra vez. Me fundí dentro de ella, y la llene por completo. Como me excitaban sus gemidos. Y más cuando llegaba al orgasmo. Al terminar me aparte, y comencé a subir mis pantalones. Ella con una mano juguetona yendo a mi entrepierna y con la otra yendo hacia la suya. Me dijo, no quieres quedarte. Mirándome súper traviesa se acercó a mi oído… sabes, me olvide de comprar leche… tú me puedes dar un poco más…

Al ver que no opuse resistencia se dirigió hacia mi verga, y poco a poco la empezó a lamer. Todo aquello me estaba siendo increíblemente delicioso. Con mi verga en su boca, todavía no erecta, comenzó a chuparme suavemente, y su mano se iba deslizando por mi pija, acompañando su movimiento, que poco a poco se iba poniendo más intenso. Su mano y su lengua me volvían loco. Con su otra mano comenzó a tocarme el culo, sin darme cuenta uno de sus dedos fue buscando algo en particular... MI ANO! 

Nunca me habían metido un dedo en el culo, incluso me parecía algo inapropiado, pero al ser ella, esa vecina adicta al sexo, esa que gritaba todas las noches de placer cuando la cogían me llevó a una simple conclusión: No me importa nada! Su dedo se metió de golpe en mi culo y automáticamente mi verga se puso muy dura, incluso mucho más que antes. Mi deseo creció a tope y me dejé llevar por el momento. 

La tomé de la cabeza y comencé a coger su boca con desesperación. Ella estaba atragantada, hacía arcadas pero aun así no soltaba mi pija dura y a pleno. Su cara de puta me deleitaba, quería decirle todo lo que siempre fantaseaba.. "te gusta mi pija putita, te gusta que te den pija, no?" Al cabo de un rato se despegó de mi verga empapada de su saliva y de la leche que le había dado antes, le costó tomar aire pero aun así me miró con esa carita de nenita pervertida y me respondió "si papi, me encanta que me den pija todos los días. Quiero tu pija y toda tu leche papi, pero ahora la quiero en mi colita" y con esa cara de nena inocente y depravada se giró quedando de espaldas.. 

No lo dudé, me arrodillé y enterré mi cara en su culo. Era hermoso, redondito, delicioso, y estaba chorreando sus jugos. Lo chupe con ganas, desesperado. Al cabo de un rato me incorporé y con la punta de mi verga comencé a presionar su culo. Fue increíble la sensación cuando se la clavé hasta el fondo. Era tan estrecho ese culito que no lo podía creer. Ella acusó el embiste con un gemido digno de una puta! Mi calentura era demasiado fuerte. Quería llenarla de leche. Ella pareció leerme la mente. Giró su cabeza y con una carita y esa expresión de nena traviesa me dice: “dale papi, dame mi leche, la quiero toda para mi papi, dale pija y leche a tu nena”... Eso fue demasiado, mi verga empezó a latir de una forma tremenda, los chorros de leche eran muy calientes y espesos... Todos adentro de su culo. Ella gemía con cada lechazo. Nos quedamos quietos por un momento, saqué mi pija de su culo que parecía no querer dejarme ir.. Ella se da vuelta y se arrodilla para dedicarse a limpiar mi verga.. Después de un momento se incorpora, me abraza y me dice al oído: “gracias por la leche vecino, aunque hoy no te vas hasta que me des toodoooo... Sé que tienes mucho más”

Por primera vez, perdí la cuenta de cuantas veces me la cogí. Y como me cogió ella a mí. Delicioso. 

Conversación

...
...