Por: Pedro Lara Castiblanco
¡Now hiring! es tal vez la frase más leída en los ultimos meses en Estados Unidos, al
tiempo que crecen las corrientes migratorias, provenientes en su gran mayoría de centro y
Suramérica.
¡Estamos contratando! es la traducción esperanzadora del mencionado aviso, para ese
ejército de desempleados, muchos de ellos desarrapados, tras cruzar el desierto de
Arizona en las más precarias condiciones, mientras que en sus países de origen e inclusive
en los Estados Unidos se anhela y pregona “el sueño americano” con la expectativa de una
vida mejor, con una bolsa repleta de dólares.
-Cuando regrese voy a comprar mi casa y mi carro- expresó Miguel a los miembros de su familia, lanzando un suspiro, tal vez premonitorio de su último aliento en medio del infierno del desierto, donde perdió la vida junto con Luis y Manuel, dos vecinos de su natal Totonicapán, en Guatemala, con quienes salió hacia Estados Unidos, en una tarde de octubre, intentando huir de la extrema pobreza.
Pero esa suerte no es exclusiva de la población vulnerable de latinoamérica o de otras
latitudes, porque la misma suerte han corrido profesionales de clase media afectados por la falta de oportunidades y el empobrecimiento de sus comunidades, como consecuencia de gobiernos indolentes, corruptos y totalitarios que solo procuran el enriquecimiento de la cúpula del poder y de los inversionistas y magnates del empresariado, para quienes el Producto Interno Bruto, el famoso PIB, solo muestra como se multiplica su riqueza de manera geométrica.
Y es que el crecimiento del PIB es un guarismo frio que no tiene en cuenta la medición de las desigualdades, porque su crecimiento solo beneficia a un pequeño porcentaje de la población, es decir, al selecto y reducido grupo de los más ricos, mientras genera daños colaterales en los bienes medioambientales deteriorando la calidad de vida de las comunidades; hechos que no preocupan en lo más mínimo a los jefes de los gobiernos de marras.
Es así como, sumados a la suerte de los de a pie, los profesionales de la clase media que
llegan con visa y en avión a los Estados Unidos persiguiendo el “sueño americano”,
también se estrellan con la cruda realidad de una pesadilla que se esconde tras los alucinantes avisos que en las paredes, vitrinas y en las redes sociales expresan el grito ¡Now Hiring!.
¿Pero que pesadilla esconde la esperanzadora frase, para quienes se lanzan a la terrible aventura?.
La realidad nos muestra que tales empleos apenas corresponden a oficios varios, los que
según el decir de residentes mexicanos, que rumian su amargura entre tabaco y tequila,
“son trabajos que no quieren los güeros”, es decir los estadounidenses de nacimiento o
adopción.
Una rápida investigación en terreno nos ha permitido observar y afirmar, que tras la alegre
y generosa invitación del ¡Now Hiring! se esconde una pesadilla encubierta por la mas absoluta falta de control, el abuso y hasta la apropiación de recursos del Estado; hechos que seguramente no pasan desapercibidos para quienes manejan los hilos del poder en Estados Unidos, especialmente en ciudades como Chicago, Los Ángeles y Texas, consideradas “santuarios” de ese tipo de ilegalidades.
Así podemos ver que las agencias o bolsas de empleos, conocidas como Staffing, hacia donde conducen los avisos ¡Now Hiring! mediante un enlace en la internet, captan trabajadores que son alquilados a las empresas, obteniendo importantes ganancias (hasta un 30%) por la intermediación y, de hecho, por evadir el difícilmente alcanzable permiso de trabajo con el que sueñan los migrantes en su prolomgada pesadilla. Esas son ganancias que no se reflejan en los ingresos del trabajador, a quien, como es lógico suponer, le pagan una cantidad muy inferior.
Los "santuarios" de la falsedad, donde los migrantes viven el insomnio de su propia pesadilla
LEn esas ciudades y en otros lugares de los Estados Unidos, las agencias o Staffing han convertido en "Ley" la expedición del Seguro Social e ID falsos, por los cuales cobran montos que oscilan entre 120 y 150 dólares, constituyéndose tales documentos, con falsa identidad, en la base para descontarle al trabajador los impuestos o taxes de Ley, los que, tal como es de suponer, no van a las arcas del Estado por las consabidas razones defalsedad.
Pero lo más grave del ilegítimo "negocio" permitido por las autoridades Estadounidenses es que si un trabajador contratado en esas condiciones de ilegalidad sufre un accidente o sufre una enfermedad, es despedido inmisericordemente por la empresa y la agencia de empleo (Staffing), responsable de su cntratación ilegal, también lo abandona a su suerte. Es entonces cuando la pesadilla se torna insoprtable, porque al trabajador, cuya identidad es falsa, no le queda otro recurso que someterse a las consecuencias, ante el temor de ser procesado por falsificación de dcumento y posteriormente deportado.
Y no hay que pasar por alto que las empresas que acuden a esas Staffing, con conocimiento de causa, evadiendo la contratación directa, se benefician puesto que no le pagan al trabajador lo establecido en la Legislación laboral del poderoso país del Norte.
El deprimente panorama nos muestra además el drama de esos trabajadores informales
e indocumentados en sus condiciones de vida en Estados Unidos, donde solo viven para trabajar y sufrir grandes apremios para resolver problemas elementales de seguridad social, debido a los pingües beneficios de un ingreso que les permite apenas sobrevivir en una sociedad de alto
consumo, superior a la de sus países de origen.
El sueño que podría acabar con la triste y cruel pesadilla
Ante esa cruda y ampliamente conocida realidad, aunque resulte ingenuo, iluso o un verdadero sueño (humano y americano) preguntamos: ¿Por qué el Estado no expide permisos o visas temporales, para que esos trabajadores sean contratados de manera directa con salarios y condiciones laborales
justas o que por lo menos se regule de manera más estricta a las denominadas Staffing, eliminando la ilegalidad y rescatando recursos que podrían ser destinados a programas sociales para los migrantes?
Esta breve visión nuestra sobre un hecho evidente de sobreexplotación del trabajador
Latino, migrante en Estados Unidos, nos debe llevar a la conclusión de que se requiere una mayor colaboración del Gobierno de ese país, no solo para poner en practica la justicia que
tanto se pregona para las democracias de las naciones del llamado tercer mundo, sino
también para hacerle honor al pensamiento cristiano “En Dios confiamos”, que nos debe
orienta a buscar, con fe en el creador, sencillas soluciones humanas, más allá del codiciado dólar.