El revuelo causado por lo sucedido recientemente con Enzo Jeremías Fernández, provocó que la gente debata sobre diferentes cuestiones relacionadas con la moralidad y la ética. Una de ellas es el alto grado discriminación que contienen algunas letras de distintos cánticos futbolísticos, los cuales, si bien pueden no tener una intención diferente a la de molestar al rival, a veces hieren los sentimientos de las personas. Esta no es la primera canción dedicada a un equipo o a un país, que ofenda a algún sector de la sociedad: basta con repasar los temas más conocidos de los clubes más importantes de Argentina para entender que el ofender a minorías es casi una constante en cada una de estas.
Debido a este episodio, han salido a la luz una gran cantidad de posteos en la cuenta de Facebook del mediocampista del Chelsea, en los cuales hace chistes que, en algunos casos, contenían palabras ofensivas que no son del agrado de todos.
Cabe señalar que, al ser mensajes escritos hace muchísimos años, probablemente no reflejen el pensamiento del jugador. Eran simplemente bromas de un adolescente en su cuenta anónima de Facebook, destinadas a su círculo cercano.
Una lección significativa que se puede extraer de esto es que hay que tener cuidado con las bromas que se dicen. Aunque un chiste no tenga mala intención, o no refleje el pensamiento de nadie, puede tener un impacto muy grande en los demás.
Otro aprendizaje que deja este escándalo es la importancia de ser cuidadoso con lo que uno dice, sobre todo públicamente, ya que las palabras pueden llegar a más gente de la esperada. En estos casos, muy probablemente Enzo no sabía que esos pocos segundos donde realiza ese cántico en un vivo de Instagram, se vuelvan tan virales. Y mucho menos se esperaría en 2014 que sus comentarios en Facebook sean recordados en 2024.