El estado de ánimo en fundamental para el avance de nuestras vidas, ya que nos impulsa a seguir adelante y nos proporciona un bienestar favorable y aporta la multiplicación de nuevas neuronas. El ejercicio físico es el eje importante, motivador y estimulador de la neurogénesis que es el creador de nuevas células cerebrales. La neurogénesis es muy sensible a factores externos y endógenos, nuestro entorno como nuestro comportamiento diario influirán en gran escala de nuestras capacidades cognitivas, un entorno estimulante, que implica altos niéveles de actividad física y mental, interacción social y estimulación sensorial y motor puede mejorar notablemente los niveles de neurogénesis, reforzando las distintas etapas del proceso del hipocampo. En resumen, podemos activar la neurogénesis ajustando nuestros hábitos y estilo de vida para mejores resultados neuronales. Por otro lado, los neurotransmisores como la dopamina tiene un papel relevante. Este neurotransmisor activa un mecanismo cerebral que se llama circuito de recompensa que hace que tendamos una y otra vez a repetir comportamientos y consumos en busca de esa sensación amplia.
Cuando se observa cómo funciona el placer y el bienestar en el cerebro, vemos que el placer se obtiene a partir de la liberación de un neurotransmisor llamado dopamina. La dopamina participa en múltiples funciones cerebrales, entre las que mencionaremos el aprendizaje y la memoria, la motivación y la recompensa ante estímulos placenteros (induce a la repetición de las conductas que nos comportan placer como la alimentación, el sexo y las drogas), el sueño, el humor, la atención, la actividad motora y la regulación de la secreción de prolactina (inhibe su producción con respecto a la hipófisis). Por ello podemos asociar niveles bajos de dopamina a problemas de memoria y movimiento, apatía, anhedonia (dificultad para experimentar placer y satisfacción), insomnio y déficit de atención. Como ya hemos mencionado, la dopamina juega un papel en la adicción y el control de impulsos. Entre estos neurotransmisores que se liberan están la dopamina, la serotonina y la norepinefrina, cada uno de ellos interviene en algún proceso específico.
La dopamina, por ejemplo, contribuye a regular el estrés y los procesos de recompensa; es decir, influye en cómo respondemos a estímulos que consideramos positivos como la comida, el sueño o el sexo. Nuestros músculos también reaccionan al estrés, si este persiste, puede provocar un exceso de tensión muscular y contracturas. Esto puede desembocar en migrañas, dolores de cabeza por tensión o trastornos músculo-esqueléticos. Además, algunas hormonas segregadas en episodios de estrés provocan la descomposición de las proteínas musculares, mientras que otras provocan daño oxidativo. Esto reduce la fuerza muscular y el riesgo de lesiones músculo-esqueléticas aumenta.
¿Los alimentos que nos nutren también nos ayuda a crear conexiones cerebrales?
La respuesta es si, una alimentación adecuada nos proporciona grandes ventajas al fortalecimiento de nuestra neurogénesis, muchos estudios encontraron una relación estrecha de la neurogénesis con la buena alimentación, actividad física y un entorno social adecuado. En numerosos estudios de la universidad de Harvard se pusieron a prueba ratas donde se mantuvieron privadas de actividad y oro grupo en una jaula más amplia con distintas posibilidades de juego y recibieron alimentación variada. Luego de pasar 80 días se les realizó una medición de sus cerebros y arrojaron resultados sombrosos, se habían modificado la corteza cerebral de las ratas que tenían un ambiente enriquecido. La corteza era más grande, tenían más vasos sanguíneos en la zona y había aumentado los niveles de la proteína conocida como BDNF, esta se relaciona con la corteza y el hipocampo y mantiene estrecha relación con los procesos de aprendizaje y la memoria. Dentro de estos estudios con las ratas también se evaluó el ejercicio físico y se demostró mucha interacción en los cambios cerebrales y la generación de nuevas neuronas, este resultado fue muy provechoso, ya que al actuar ejercicios anaeróbicos durante 8 semanas continuas parece duplicar la producción de neuronas en condiciones de sedentarismo. Dentro de los ejercicios que podían ayuda a la estimulación y desarrollo de nuevas neuronas podría darse dentro del campo de la natación, porque es un ejercicio completo que pone a funcionar todo el cuerpo y desarrolla todas las conexiones del cuerpo, haciendo posible una ejercitación entre 120 y 150 minutos por semana, lo que si está claro es que la actividad física en cualquiera de sus variantes de ejercitación es un factor fundamental para una mejor calidad de vida y nueva generación de neuronas cerebral, estos mejora los procesos atencionales, aumenta la flexibilidad y promueve el aprendizaje. Muchos estudios apuntan a que lo que es bueno para el corazón también lo es para un cerebro sano. Por ello, llevar una vida saludable y evitar el sedentarismo y los excesos puede reducir el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
¿Qué podemos hacer para mantener nuestro cerebro sano?
Sabemos que hay ciertas prácticas saludables que pueden ayudarnos a cuidar nuestro cerebro:
Sigue una dieta mediterránea.
Controla la hipertensión
Abandona el tabaco
Vigila la obesidad, el colesterol y la diabetes
Haz ejercicio moderado todos los días
Cuida tu bienestar emocional
Mantén la actividad intelectual
Cultiva las relaciones
Dentro de todos estos experimentos que se han desarrollado pueda estar más cerca de descubrir la posible cura del Alzheimer y como mantener nuestra mente equilibrada con mejoras y constancias de nuestras actividades física para el fortalecimiento de nuestras conexiones neuronales y poder mantener una vida más y con una esperanza de vida más prolongada.