Durante siglos el rostro enigmático de la Gioconda ha intrigado al mundo. Por ejemplo se dice que no se sabe realmente quien era esa mujer, aunque la tesis más aceptada por los críticos de arte es que al parecer era la esposa del comerciante italiano Bartolomeo de Giocondo, que era conocida con el sobrenombre de Mona Lisa. El cuadro fue pintado por el gran Leonardo Da Vinci entre los años 1503 y 1519 y adquirido posteriormente por el rey Francisco I de Francia. Y lo realmente curioso es que a pesar de que Leonardo pintara otros cuadros, este ha sido el que más expectación y misterio ha provocado entre el público. Y no es para menos por los siguientes detalles que causan admiración; primero que la dama no tiene cejas ni pestañas, segundo que es imposible medir el rostro según la proporción áurea que era la forma de perfección física de los griegos, esto es a mayor armonía el rostro era más perfecto y esto se traslucía en más belleza. Además y esto último es lo más asombroso, en esa forma de pintar de Leonardo que tan difícil es de copiar porque el que copia intenta hacer la obra perfecta cuando el original nunca lo es, eso es el genio, parece verse la forma de un cáliz. La sensación de movimiento que ocurre por mecanismo de la visión como la inhibición lateral y la correspondencia retiniana hacen que la obra posea cualidades que se apoderan del que la mira. También se ha dicho que era un hombre, uno de sus discípulos o el mismo Leonardo. Pero esto con ser tan raro no es lo más peculiar; al parecer apareció en 2012 otra Mona Lisa mucho más joven que la anterior lo que podría indicar que la pintó antes o hizo dos para dos clientes. Se descubrió en casa de un particular y ha ido pasando de mano en mano hasta que pertenece ahora en su mayor parte a un Consorcio Internacional. Y esto ha sido la causa de una gran controversia legal entre la familia Gilbert que dice poseer el 25% de la pintura y el Consorcio heredero de Henry Pulitzer.
Otro enigma del cuadro es la sonrisa de la dama que quiere decir Mona en el italiano antiguo, cuando el espectador se fija durante un buen rato en esa sonrisa desaparece hasta que se fijan en otras partes de su retrato, Leonardo utilizó la técnica de difuminado llamado sfumato que provoca ese efecto óptico en el espectador, una ilusión óptica que al parecer ya utilizó en otros cuadros. Y eso ha sido descubierto actualmente por el progreso de la ciencia en laboratorio. Sea como sea no cabe duda que la Gioconda o Mona Lisa es un cuadro que merece la pena ver para darnos cuenta de la genialidad de Leonardo.