La maestra favorita
La mayoría de los niños habían completado su examen escrito. Para que no interrumpieran a los que faltaban, la joven maestra les dio permiso de salir al patio. La algarabía del juego llegó tentador a los oídos de Jairo, quien no tardó en entregar su prueba y acompañar en el bullicio a sus compañeros.
La maestra tomó la prueba y comenzó a revisarlo. Al hacerlo, se dio cuenta que gran parte de ella, no estaba resuelta. Así que hizo volver al menor de siete años al aula y le pidió completarla.
Pero la alegría del juego resultó más atrayente y no ayudaba a la concentración de Jairo. Y fue peor cuando sus compañeros comenzaron a apurarlo desde la ventana. Entonces los espíritus del arrojo poseyeron a Joaquín, quien tomó su examen y se lo presentó de nuevo a la maestra.
Colocando la palma de su mano derecha sobre el papel y con voz de mando le dijo:
- - Maestra, póngame 5, 8, cero; lo que usted quiera – y salió corriendo sin esperar alguna indicación.
El rostro de la maestra cambiaba de tonalidad mientras respiraba y abría sus ojos aceitunados inundados de sorpresa. Cuando recobró la cordura, tomó la prueba y se dirigió a las oficinas del colegio para exponerle al director el caso. Cuando terminó de hablar, el director le preguntó:
- - ¿Dice que mi hijo hizo todo eso?
- -
- - Dígame. Cuando los otros alumnos comenten alguna falta académica que afecte su desarrollo escolar, ¿usted llama a sus padres?
- -
- - Hágalo.
Desde ese día, la maestra Miriam se volvió en la favorita de los padres de familia.