El mundo había experimentado grandes catástrofes naturales, guerras, pestes, virus mortales; pero la humanidad siempre supo salir adelante. Un bocado de pan, una simple taza de té o café podía aclarar las ideas de las mentes más brillantes y emprendedoras. Los marginados suplían su necesidades básicas revolviendo los basureros.
Hasta que un día, lo inesperado sucedió.
El hombre logró superar grandes males en sus días, pero lo que acababa de acontecer excedió los límites; ni los ricos ni poderosos; ni las mentes e ideas más brillantes podían controlar el nuevo virus que azotaba al mundo: ¡EL HAMBRE!
La pandemia del hambre había llegado.
Los campos se hallaban desérticos, sin vegetación, sin animales; hasta a las mascotas se comieron. El hombre no dejó vivir nada que se moviese: perros, gatos, ratas e insectos. Ni una hormiga se salvó.
La gente comenzó a enloquecer.
Un día, Marta sintió un aroma procedente de la casa de su vecina. ¡Eso olía a comida!
Desesperada, la solitaria y hambrienta mujer, tocó el timbre en casa de Estela y le suplicó que le convidase un poco de lo que cocinaba. La vecina no le negaría un plato; sin embargo, luego de haber comido, Marta, saciada y extremádamente agradecida, le preguntó a Estela dónde estaba José, su marido, y sus tres hijos, a lo que la vecina solidaria le respondió: Acabamos de comernos al último integrante de mi familia y me parece lógico, que habiéndote alimentado, tú seas mi cena. En verdad, a pesar de los muchos intentos por escapar, Marta se convirtió en alimento esa misma noche.
La población mundial comenzó a disminuir de manera exponencial.
Jamás, en los anales de la historia de la raza humana, un mal había matado a tantas personas, como la pandemia del hambre.
Los políticos dejaron de existir; fueron alimento de los marginados.
Finálmente, en la tierra sólo quedaba una pareja, un hombre y una mujer. Ámbos, sobrevivieron al hambre juntos; quizá, cazando humanos.
Nadie sabe exáctamente cómo, pero ellos decidieron comenzar de nuevo. Tuvieron hijos y se multiplicaron. Hicieron florecer los campos, y de manera inexplicable, tal vez con procedimientos científicos, criaron animales.
Todo ésto ocurrió durante y después de la pandemia del hambre.