En estos días se habla de la resistencia de un pueblo contra una nación poderosa. Ucrania y Rusia. Estos dos países ligados por el pasado y por unas raíces comunes que por una serie de circunstancias entran en una guerra que puede remover lo cimientos de la vieja Europa y tal vez del mundo. El problema es que en un mundo globalizado como es el nuestro ya no puede ningún país pensar en aislarse del resto, esto quiere decir que lo que le pasa a uno repercute en los demás. El avance tan grande que supuso internet que conectó al mundo entero no ha sido tan beneficioso a la hora de surgir los conflictos. Esto es el precio del progreso. Pero esto con ser grave no es a mi juicio lo más importante; Rusia y Ucrania que en otro tiempo atrás hubieran arreglado sus diferencias entre ellas han hecho involucrarse a la Otán y ahí es donde se origina el problema, la Otán que es creada por USA para defenderse contra el comunismo después de la Segunda Guerra Mundial amenaza a Putin con sanciones económicas,pero no va más allá a pesar de mandar armas y otras cosas a Ucrania. Putin no es Hitler y tiene armas nucleares, es la nación más potente en armas nucleares del mundo actualmente y Europa sabe que puede haber una destrucción masiva. Somos la primera generación que podemos destruir el mundo en unos minutos y eso también lo sabe Rusia. La Otán parece la famosa Asamblea de ratones de la fábula que quiso defenderse del gato con un cascabel, pero que a la hora de ponérselo se echó para atrás y se disolvió. Unos dirán que actúa cuerdamente para preservar la paz mundial; yo digo que no se han tenido en cuenta las palabras de Jesucristo cuando dice en una de sus parábolas que "¿O qué rey, al marchar al encuentro de otro rey en guerra, no se sienta primero y delibera si puede con diez mil soldados hacer frente al que viene contra él con veinte mil? En realidad si no puede hacerlo entonces mientras aquel todavía está lejos él envía un cuerpo de embajadores y pide paz."
Terminaré con unas palabras sustentándolas en un bello ejemplo de la Biblia cuando el piadoso rey Ezequías al ser asediada su ciudad, Jerusalén por las tropas del rey asirio Senaquerib se postró de rodillas ante el templo de Jehová y le pidió humildemente ayuda diciendo esa frase tan conmovedora: Oh Jehová en ti confío.