Lo que estaba haciendo antes del incendio
Estaba acostada escuchando mi estación de radio favorita, Mi madre habia salido a realizar las compras, yo estaba sola en casa porque fui la única que no quiso ir, realmente me aburre muchisimo ir a mercar, asi que preferí quedarme en casa. Yo te prometo que no saldré de aquí mamá, déjame en casa que no quiero salir ahora, le dije a mi madre para convencerla de dejarme ahi; y en efecto funcionó, fui hasta la cocina para prepararme una bebida de chocolate caliente, puse la jarra en la hornilla y mientras calentaba, me refugié en mi habitación; yo estaba feliz con la música a todo volumen cantando y bailando, cuando comencé a experimentar una sensación de ahogo; el olor a madera quemada hizo eco en mis fosas nasales produciéndome una intensa tos, empecé a escuchar gritos desesperados de los vecinos, ¡Corran!, ¡Corran!, ¡Traigan agua!; ¡Se está incendiando la casa! Me levanté apurada para alejarme de allí y cuando abrí la puerta, la tuve que cerrar de inmediato, el fuego había cubierto toda el área de la cocina que estaba ubicada al frente de mi habitación, las paredes de madera se veían de un dorado intenso y ardían con tanta rapidez, que creí que ese día moriría.
¿Qué debe hacer una adolescente en medio de un incendio?
No tengo ni la más remota idea, de qué se hace a los 12 años de vida si estás sola, rodeada de llamas y sin ganas de morir, lo único que sé es que esos cortos 12 años pasaron por mi mente como fotograma y eso aumentó mis
temores y aunque sabía que no estaba sola, pues las desesperadas voces del exterior gritando, me hacían pensar que estaban haciendo todo lo posible por apagar el incendio, aun así, estaba muy angustiada, puesto que yo sabía que era muy difícil extinguir el fuego antes de mi muerte, ya que el agua de ese barrio se obtenía de la lluvia almacenada en tanques ubicados en los patios traseros de las viviendas o de pozos artesanales hechos por algunos vecinos, por eso, mientras esparcían un recipiente de agua para apagar las llamas y volvían al pozo a
llenarlo, el fuego tomaba ventaja y el viento de aquel día le ayudaba. ¡Dios manda lluvia! Desde dentro podía escuchar los gritos y llantos desesperados de la multitud, sobresalía la voz de mi madre suplicante. ¡Déjenme entrar, esa que está allá dentro es mi hija, Sangre de mi sangre nacida de mis entrañas! Imaginé que alguien la sostenía para evitar razonablemente que cometiera una locura. Déjenme entrar, decía mi madre, yo estaba angustiada, temblando de miedo, mi piel ardía de calor y aún no me rozaban las llamas, quería que me salvaran, que alguien me ayudara, quería estar bajo el amparo de mi madre; pero la quería a salvo, no deseaba ver a mi madre con secuelas en su piel, las de su alma ya eran lo bastante dolorosas como para soportar más pesares. No me quería morir, claramente, pero si tocaba, quería que fuera yo y no las dos.
¿En verdad esta es la realidad de una vida adolescente?
Lloré y no me salieron lágrimas, el fuego estaba a punto de alcanzar mi cama cuando un estruendo me estremeció y lo que quedaba de mi armario ahora eran brasas esparcidas en el piso que las podía tocar si estiraba un dedo. La pata de mi cama empezó arder, mis ojos estaban nublados por el humo. Me desesperé tanto que empecé a gritar nuevamente, ¡Ayuda!, ¡Auxilio! Oí a lo lejos el llanto desesperado de mamá y comprendí, que escuchó mi clamor. ¡Está viva!, ¡Mi hija está viva!, ¡Suéltenme, voy a entrar! Y temí por su vida. Sentí como mi garganta se secaba y mi respiración se hacía dificultosa, llevé ambas manos a mi cuello para intentar respirar, y sentí tanto frío en medio del calor infernal, que comprendí que mi muerte estaba cerca, ya me imaginaba los titulares del periodico local: "Niña de 12 años muere atrapada en un incendio". El primer incendio registrado en la historia de este barrio y yo soy la protagonista de un incendio que nunca olvidaré, se quedará en mi memoria y en la de todos los habitantes del barrio. Yo ya estaba cansada, pensé en rendirme, asi que estaba a punto de cerrar los ojos y encarar con valor a la muerte, cuando una gota gruesa de agua apagó una de las brasas tiradas en el suelo y vi gotas y más gotas cayendo sobre ellas, salí rápidamente al reconocer la voz de mamá, ella entró cubierta con una manta gruesa, en sus manos sostenía otra empapada de agua que amenazaba con secarse, me apresuré, mis manos y pies descalzos se apoyaron en las brasas doradas para poder levantarme, mi madre me tomó en su regazo y de repente un palo cayó encima de nosotras- Es lo único que recuerdo señor periodista, no tengo idea de cómo diablos desperté en este hospital. Supongo que me desmayé.
Por cierto… ¿Dónde está mamá?