Desde hace tiempo, parece que la lluvia de la sociedad nunca podrá evolucionar humanamente. No somos conscientes que el ego nos atrapa y a veces algunas caretas son más falsas que una novela de cualquier autor de pacotilla de este planeta y esta era. La sociedad está hipnotizada por el marketing y colores e inducida en modas, drogas y mentiras. Nadie se fía de nadie y cuando parece que sí… te meten la estocada.
Lluvia de acuarelas en la podredumbre
Fuera del planeta tierra, desde el espacio exterior, solo somos hormigas adiestradas por unos pocos ricos, que llevan empresas y bancos, personas para nada sospechosas que llevan las riendas y otros políticos que quieren pertenecer a ese pequeño gremio. Cada día hay un rico nuevo y diez mil pobres más. Parece que nunca cambiaremos y seguiremos marcando nuestros territorios por un río, una montaña, una frontera que divide. Todos queremos quedarnos aislados con lo nuestro, con nuestra lluvia. Encerrarnos y despreciar aquellos que vienen de lugares peores, aquellos que vienen de guerras en el planeta producidas por la OTAN y los que no son de la OTAN, gente sin nada, genta muerta de hambre, gente buscando una mejor vida para su familia, gente que solo quiere reír y poder disfrutar de este martirio que llamamos vida.
Pasan "los años" en el planeta y los sistemas no detienen "las guerras entre personas" que siguen sumergidos en la lluvia de sangre, la pobreza y el deterioro del medio ambiente
Pero estamos muy ocupados con nuestras cosas, muchas personas no han tenido que sufrir nada de ello, porque tuvieron la fortuna de tener siempre una cama, comida y un techo en el planeta tierra. Valoramos tan poco eso que tenemos y nos centramos demasiado en emociones estúpidas que no nos dejan razonar con claridad. Realmente, somos tan débiles que inconscientemente intentamos sentirnos superiores ante los demás, aunque, todos somos un saco de huesos, polvo de lluvia… por tener un poco de dinero de más, una habilidad peculiar o pensar de otra manera… nos creemos superiores a sabiendas que vamos a morir todos.
Cuando un ser aparece en el mundo le enseñan unos códigos: tradicionales, sociales… que logran una personalidad, en cierta medida, sugestionada por sus padres y familiares o bien por las que el planeta concede con películas, libros y la vida diaria con otros seres: políticos, deportistas, artistas o las personas que conoces diariamente. Esto supone una lluvia de palabras e imágenes en ese ser, aunque también aromas, ruidos y tactos. El ser controla un mundo en su cabeza que se expande con más sabiduría ya sea rústica o la de mayor calibre, según los parámetros sociales.
Lluvia de pintura en un planeta lleno de egos, arte y basura en todos los rincones del planeta
Pero existe un problema en el planeta: la mayoría de la gente no mira a otras personas como un ser, sino por los rasgos que ese humano posee, ya sea por su nación, su creencia, su color: blanco, negro, moreno, amarillo… o el género hombre o mujer y esto supone, que esos contextos, esa lluvia de ideas que nos crean en la mayoría de las personas, sean erróneas, debido a que nos marcan un canon a seguir en el planeta y muchos son los que se sumergen en el canon y pocos son los que se dan cuentan de que hay que romperlo, porque cada día hay personas en este mundo que se van por culpa de otras personas, que se dejan llevar por lo no racional, debido a ese canon impuesto.
Consecuencias de la lluvia en el planeta
Cada día muere una mujer por culpa de su marido, cada día muere un humano de raza negra en manos de un humano de raza blanca o viceversa, cada día mueren familias por culpa de los villanos ocultos en la sombra de los medios de comunicación del planeta, cada día es una tortura por culpa de que no nos respetamos unos con otros dejando a un lado aquellos rasgos bellos, que desde hace muchos años se han mezclado una y otra vez. La lluvia de acuarelas no cesa en la podredumbre.