Por Adriana Giannini
¿Se trata de un simple despiste, miedo a afrontar los compromisos, una falla de la memoria o algo más grave?
Según los expertos, la memoria es la capacidad que tiene el hombre de guardar hechos o sentimientos en un lugar del cerebro. Algunos la comparan con un archivo dentro de una suerte de computadora.
Se conocen dos tipos de memoria: una memoria reciente que es lo cotidiano, equivalente a la RAM del PC y una permanente que funciona como el disco duro donde se guardan los recuerdos, después de una selección. Otra clasificación de la memoria incluye la retrospectiva que se refiere a lo que hace de forma automática (cerrar el gas, apagar las luces o guardar objetos) y la prospectiva, aquella que aparece cuando uno se pregunta como Alejandra, ¿qué vine a hacer o a buscar aquí?
¿Los olvidos serán cosas de la edad?
No siempre. Hay que distinguir entre olvidos cotidianos y recurrentes que se dan en personas jóvenes y adultas, y el deterioro de la memoria que se acentúa a partir de los 65 años. Según estudios recientes, los olvidos más frecuentes son tener una palabra en la punta de la lengua y no recuperarla, no saber a dónde se dejan las cosas, olvidar un mensaje recibido ayer o hace unos días, o no recordar un cambio en las actividades y seguir con la rutina. También, es común perder el hilo de la conversación (¿Qué te estaba diciendo?)
En general, estos olvidos cotidianos no revisten grandes problemas pero una consulta al neurólogo nunca viene mal. Por medio de exámenes se diagnostica si existe algún problema físico o psicológico. O si sólo es necesario reactivar la memoria.
“No sé lo que me pasa. Nunca pongo atención a lo que hago. Dejo la sartén sobre el fuego y me voy a limpiar la habitación. Únicamente, cuando percibo el humo, recuerdo lo que estaba haciendo en la cocina. Me ocurre a menudo y me siento una inútil. No sé por que me distraigo tanto”-dice angustiada, Haydee de 40, ama de casa.
En el caso de Haydee se podría hablar de un déficit de atención, lógico, cuando se quieren abarcar varias tareas a la vez. Aunque si se está deprimido o muy ansioso, la memoria puede verse seriamente afectada. Los síntomas más conocidos de una depresión son el abatimiento y la tristeza, pero están además, la falta de concentración y el pensamiento que se hace más lento, igual que en alguien que esta muy ansioso o estresado. La ansiedad es un gran productor de fallas de memoria aunque, es posible superar estos olvidos, por medio de un entrenamiento de la memoria que estimule la atención y el lenguaje.
Ten memoria para estas actitudes
Dirige la atención hacia lo que haces. Si te presentan a alguien, piensa en su nombre y repítelo varias veces en la conversación, asociándolo con algún rasgo suyo.
Repite en voz alta lo que haces: “Estoy guardando los documentos en la caja azul”, como si le hablases a un grabador. Así, ese instante se fijará el recuerdo en la mente para poder luego, recuperarlo.
La asociación es clave en el fenómeno del recuerdo. Visualiza mentalmente detalles de la escena (colores, puntos de referencia): “Coloco mis llaves en el primer cajón del escritorio” A la hora de recurrir a ese recuerdo, si no viene a la memoria, podrás traerlo por asociación