La ciencia siempre quiere adelantarse a cualquier otra industria o iniciativa del ser humano,es parte y consecuencia del progreso. Y en este caso la tecnología que es una de sus ramas más modernas no podía ser menos. El siglo XXI donde nos encontramos es el de la tecnología y después de internet y la robótica vienen los microchips que ya se utilizaban en animales y ahora han saltado a los humanos. El primer país en hacerlo ha sido Suecia uno de los países más adelantados y modernos de Europa. Precisamente una de sus empresas la de ferrocarriles SJ ha ofrecido a su usuarios la posibilidad de acceder a sus instalaciones con el microchip, consultar el saldo que tiene para viajar entre otras cosas. Dicho así la idea parece buena por que evita las incomodidades de llevar la tarjeta o el mobil para pagar el billete. Parecen todo facilidades así que muchos sujetos se han animado a introducírselo bajo la piel para realizar muchas más cosas como acceder a su oficina o hacer arrancar un auto. E incluso puede albergar datos médicos. Ya es un sistema que se está empleando en otros países anglosajones sobre todo. Pero tras esa fachada de facilidad y mejoras para la humanidad empiezan los inconvenientes ¿quién gana realmente con ello? No se trata de algo privado solo sino de dar a conocer unos datos íntimos del individuos. Eso me recuerda al pasaporte covid donde constaban los datos personales, de vacunas y otros médicos a los que accedían los camareros cuando acudíamos a un bar, o personas que no tenían ninguna autoridad. Por desgracia esto ha llegado para quedarse porque en este mundo y al paso que vamos en pos de la seguridad restamos libertad e intimidad y a los gobiernos les viene muy bien controlar a los individuos como en la novela de Georges Orwell 1984.