El mundo de la animación japonesa, a lo largo de su historia, compartió historias fantásticas que conquistaron los corazones de grandes y chicos tanto en series como en películas. El animé, como se lo conoce bajo su término en español, supo adaptarse a diversos géneros, e incluso, pudo perfeccionar la estética y el estilo, tanto de los personajes como de los paisajes que componen las historias. Algunos títulos de fines de los 80’s como ‘’Akira’’, ‘’Mi Vecino Totoro’’ y ‘’La Tumba De Las Luciérnagas’’ ofrecieron una calidad de imagen y efectos especiales que fueron superiores para aquella década.
Algunas historias del animé que retratan a la perfección temáticas como el futuro apocalíptico, el vínculo del hombre con la naturaleza y las consecuencias de la guerra siguen siendo, hoy en día, cautivadoras para el público. Pero, ¿Qué ocurre cuando una película es rechazada por los espectadores, e incluso, casi destruida por las autoridades de su país de origen?
El 2 de mayo de 1992, el cineasta y animador japonés Hiroshi Harada estrenó ‘’Midori, La Niña De Las Camelias’’, una historia basada en el manga de Suehiro Maruo, la cual se proyectó en una capa roja dentro del templo Mitake Jinja de Tokio. Aquel film causo un impacto hostil entre los espectadores por su contenido explicito y fue la única vez en donde se proyectó completa, con una duración de 56 minutos, antes de que la película sufriera hasta 26 censuras y fuera perseguida por las autoridades japonesas para destruir la cinta original una vez que terminó su proyección en el extranjero.
‘’Midori, La Niña De Las Camelias’’ cuenta la historia de una niña de doce años que, al quedar huérfana y por sugerencia de un hombre que conoce en la calle, termina instalándose en un circo. Allí, Midori es constantemente abusada y torturada de las formas más horribles por parte de los fenómenos que trabajan en el lugar, pero todo da un nuevo giro con la llegada de un mago que cambia la suerte de la jovencita. Esta historia, la cual está basada en un relato oral de fines del siglo XIX, sirvió de inspiración para Suehiro Maruo a la hora de dibujar el manga de ‘’Midori’’, y luego, publicarlo en 1984. Entonces, ¿Cuáles fueron los inconvenientes que tuvo la película?
Para empezar, Hiroshi Harada no recibió la aprobación de ninguna productora que le ayudara a financiar el film, por lo que el cineasta tuvo que realizar el proyecto por su cuenta. Por suerte, Harada tenía experiencia como animador (sobre todo en las películas de ‘’Doraemon’’), por lo que él solo realizó casi toda la obra, por lo que llegó a dibujar unos 5000 planos. Harada tardo cinco años en terminar ''Midori, La Niña De Las Camelias’’.
Una vez que ‘’Midori, La Niña De Las Camelias’’ se estrenó en Japón, la película sufrió censura y se cortaron varias escenas, por lo que la película terminó durando 48 minutos en lugar de 56. En los 90’s, el film se envió fuera de Japón para que se proyectara en el extranjero, pero cuando volvió a su tierra de origen, las autoridades de dicho país destruyeron la cinta original. Este hecho enfadó a Harada y, a raíz de esto, se negó a que su película volviera a ser exhibida en la pantalla grande a pesar de que contaba con una copia de la misma con su versión censurada.
Con el paso de los años, Harada pudo aceptar las críticas negativas y cedió ante la censura que sufrió su obra. Ante esto, en el 2006, una compañía francesa lanzó ’’Midori, La Niña De Las Camelias’’ en DVD. Debido a su cruda historia, su particular estilo de animación y el escándalo que produjo en el momento de su estreno, ‘’Midori, La Niña De Las Camelias’’ se convirtió en un film de culto de terror ero-guro que sólo los verdaderos amantes de este tipo de cine se atreven a ver. Además, en el 2016 se hizo una versión live-action (con actores reales) de este título, aunque se suavizaron la historia original y las escenas fuertes.
‘’Midori, La Niña De Las Camelias’’ es una de esas obras que se atreve a mostrar con imágenes el concepto de que el arte no tiene límites y que puede abarcar la actitud grotesca y retorcida de la mente humana. Sin dudas, un titulo que se volvió el principal representante del ero-guro en el animé.