Tanto hubo que esperar, hasta que un día llegó. La Selección Argentina se consagró campeón del mundo después de 36 largos años. Y sí, con Lionel Messi. No podía ser mejor. Se dió de la manera quizás más emocionante posible, con una extraordinaria copa del diez, y coronando con una de las finales más emotivas que se hayan visto. Luego de ese traspié inesperado frente a Arabia Saudita, la Scaloneta estaba obligada a resurgir, y vaya que lo hizo. Partido a partido Messi tuvo protagonismo, se alzó el equipo al hombro y fue el abanderado de un grupo que nos llenó de orgullo a todos los argentinos.
Parrafo aparte para las revelaciones de este mundial, como lo fueron Enzo Fernández, Alexis Mac Allister y Julián Álvarez. Impresionante. Es para poner en un cuadro el mundial de estos tres. Claramente la mayoría conocíamos las cualidades de cada uno y lo que podían demostrar, pero no nos imaginábamos lo fundamentales que serían al entrar al equipo, y en las condiciones que lo hicieron. Julián corriendo hasta la última pelota, Mac Allister dando equilibrio al equipo y Enzo haciendo jugar, de galera y bastón. Redondo todo.
Es para emocionarse, como por ejemplo con Emiliano Martínez. Quedarán para la historia esas tandas de penales, contra Países Bajos y en la final frente a Francia. Apareció cuando tenía que aparecer, en momentos oportunos, cuando se lo necesitaba. Ese mano a mano que podría haber sido el empate para el conjunto australiano, y esa tapada contra Kolo Muani en la final, que quedará inmortalizada eternamente como la mejor atajada en la historia de los mundiales. Por todo: contexto, rival, la manera en que lo hizo. Realmente lo del Dibu Martínez se tomará dimensión al pasar el tiempo.
Lio, lo lograste. Conseguiste lo que más buscaste, el trofe que más anhelabas, con una actuación sobresaliente por donde se lo mire. Seguramente fue el último mundial tuyo que nos tocó presenciar, y te damos las gracias por esta hermosa obra de arte. Solo queds agradecer. A todos. A cads uno. Porque Argentina se merecía una alegría de esta magnitud, por todas las dificultades que se viven día a día, y porque el fútbol lo vivimos de una manera única, una manera en la cual nos hace sentir orgullosos. Sí, orgullosos de ser argentinos. El fútbol hoy es un poco más justo. ¡Gracias Argentina, gracias Messi!