Las heridas emocionales suelen marcar al joven desde muy pequeño, en mayor o menor grado, de acuerdo a su sensibilidad y al acompañamiento o abandono de su entorno familiar. Conocerlas e indagar en ellas indican que el mejor camino es sanarlas de todas las maneras posibles para que no malogren tus días.
Herida emocional 3. La humillación
Esta herida se genera cuando sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Y se avergüenzan de nosotros.
Es muy sencillo generar esta herida en nuestros hijos acusándolos de torpes cuando apenas están aprendiendo. Así como vociferar algún problema íntimo frente a los demás: la madre que muestra las sábanas a toda la familia cuando el niño sufre de enuresis.
Máscara: Masoquismo
Personas espirituales que se sienten indignas, observadas por el juicio divino y basan toda su vida, en el binomio culpa y castigo. Además, podemos haber aprendido a ser manipuladores y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como protección.
Frase: “Necesito ser castigado, porque me comporté mal”
Clave para sanar: Para cortar con el masoquismo hay que cortar los juegos de humillación. Retirarse de los sitios y personas que lo humillan y dejar de hacerlo con otros. Para lograr esta tarea, la autoestima y el auto respeto deben fortalecerse con afirmaciones positivas, grupos de apoyo terapéutico o actividades artísticas donde puedan expresarse libremente y no ser “juzgados”
Ayudar al prójimo para compensar la culpa que sienten. Aunque si le echan una mano a alguien, jamás mostrar que les deben agradecimiento o felicitaciones. Ayudar por el simple hecho de que eso los ayuda a sanarse.
Herida emocional 4. La traición o el miedo a confiar
Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus progenitores. No le han cumplido promesas, no lo han cuidado, le han mentido o no han estado junto a él cuando más lo necesitaba.
Ese vacío y desesperanza se transforman en desconfianza, frustración, rabia, baja autoestima y hasta envidia, por no gozar de lo que los demás sí tienen.
Máscara: Controlador
No quiere que nada se le escape porque teme que lo vuelvan a traicionar. Entender que el control por el control mismo no le da poder, sino que hace que la gente se le aleje.
Frase: “Yo puedo mejor con todo”
Clave para sanar: Sanar las heridas emocionales de la traición implica trabajar con la paciencia y la tolerancia, seriamente dañadas. Aprender a delegar responsabilidades, es un buen enfoque. Y trabajar con su propia necesidad de manipular y dejar de controlar a quienes lo rodean.
Ser más tolerante y flexible. Soltar el control le permitirá liberar a los demás y liberarse.
Herida emocional 5. La injusticia
Si has tenido tutores fríos, hiper-exigentes y autoritarios, que ten ha hecho sentir como inadecuado o inútil, seguramente sufres de esta herida.
Las consecuencias directas de la injusticia en la conducta de quien lo padece serán la rigidez, la baja autoestima, la necesidad de perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad.
Cuando el menor no recibe apoyo ni una proximidad afectiva que lo reasegure como persona, graves heridas psicológicas se harán crónicas.
Frase: “Yo no puedo hablar”
Máscara: Rigidez
Sentimiento que viene de no haber sido validado, reconocido, estimulado.
Odian la autoridad, son hiper-responsables, son justos con otros pero consigo mismo terriblemente injustos. No negocian y no tienen capacidad de participar de diálogos con pluralidad de opiniones.
Clave para sanar: También aquí, es importante trabajar mucho la autoestima, el autoconcepto, desarmar la rigidez mental para poder abrirse a los demás con confianza y flexibilidad. Dejar de buscar el reconocimiento y la aprobación afuera.
Una educación sana y equilibrada facilitaría el crecimiento emocional y el desarrollo del potencial que todo niño trae con inocencia e ingenuidad, antes de la educación en la casa paterna.
2 respuestas para cerrar heridas emocionales
Cerrar heridas traumáticas y abrirse paso a una nueva vida donde esas cicatrices nos marcaban el rumbo, es hacer algo productivo, útil y solidario con nuestro dolor para re-significarlo en algo positivo.
- No digo que sea una tarea fácil, pero el primer paso para la curación es empezar a reconocer cuál o cuáles heridas tenemos y a dónde nos aprieta el zapato a causa de esas heridas.
- ¿Para qué? Sencillamente, para cambiar actitudes, perdonar, perdonarnos y arriesgarnos a lo maravilloso que es vivir a pesar de los miedos, desconfianzas, traiciones y vaivenes lógicos del interactuar con personas que, en general, han sido heridas de la misma forma que muchos de nosotros.