Toby el Rhombifer
Toby el padre Crocodylus Rhombifer
Roberto Ramos Taragarona Toby se asemeja físicamente al escritor norteamericano Ernest Hemingway. Quizás su estatura no sea tan alta como la del novelista, pero sí es robusto, y posee una barba blanca y profusa de hombre sabio que ha vivido mucho, y tiene demasiadas cosas que contar.
Posee además esa pose de personaje de aventuras que se incrementa cuando se asoma en su pecho un colmillo de cocodrilo. Lo conocimos sentado en una computadora, pero no es un ser de escritorio, le gusta el riesgo y ese sobresalto que produce ir en busca de lo desconocido. Difícilmente prefiera cazar grandes búfalos y recorrer sábanas africanas. Lo suyo es recorrer los pantanos de la Ciénaga de Zapata, y desde sus zanjas y canales estudiar los grandes reptiles que aun habitan la zona.
De sus 65 años, casi dos décadas las ha dedicado al estudio del cocodrilo cubano. Hombre de aventuras como es, cambió su natal Centro Habana por la inhóspita Ciénaga. Llegó con apenas 23 años y un título que lo presentaba como Licenciado en Ciencias Biológicas en la Universidad de La Habana. Estudió sobre los peces, pero se enamoró de los cocodrilos Crocodylus Rhombifer.
En la década del 70 arribó al criadero para no irse más. Los pobladores le endilgaron el mote de Médico. Todo ese tiempo transcurrido lo ha dedicado a las investigaciones sobre el Crocodylus Rhombifer.
Su sencillez le inclina a hablar poco de sus títulos y reconocimientos, pero cuando se menciona el nombre de Roberto Ramos Taragarona, o simplemente Toby, como todos le conocen, se nota la admiración general en torno a su potente figura y vastos conocimientos. Para muchos es el que más conoce de cocodrilos Crocodylus Rhombifer. en la Ciénaga, Cuba y un poco más allá.
Con gran dominio habla de las características de estos animales, y menciona, como de pasada, restándole importancia, sus conferencias impartidas en medio mundo y sus artículos científicos en prestigiosas revistas.
Él no cree que sea quien más sabe, según sus palabras solo es el más viejo. Pero en el mundo de los reptiles es una autoridad por su sabiduría.
Aborrece los títulos y la grandilocuencia. Le gusta que le llamen simplemente Cocodrilero, como sus amigos cenagueros que se dedican a la captura de esta especie, y de los que ha aprendido tanto.
En la conversación afloran datos y fechas precisas. Llegó al sureño municipio el 8 de septiembre de 1974 como biólogo piscicultor. “Pero cuando me hablaron de cocodrilos me sentí atraído. Vi un mundo nuevo y fascinante que al final me atrapó”.
Durante años trabajó en el criadero y actualmente se desempeña como especialista en el órgano del Citma en la Ciénaga de Zapata.
“Me fascinan los cocodrilos pero le voy al equipo de Industriales”, expresa Toby con una amplia sonrisa que denota su buen carácter. Confiesa que donde único ha traicionado a sus reptiles es en la pelota.
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Conoce del temor generalizado hacia esas feroces criaturas de boca dentellada, mas él asegura que trabajar con ellos es muy seguro, “más temerarios son quienes manejan en la carretera”.
Para él la palabra agresivo solo se le puede endilgar a los humanos. Sin embargo, reconoce que el cocodrilo cubano se considera entre las tres especies más fieras del planeta.
El rhombifer también lidera la lista de lo más saltadores y el más terrestre, es decir, el que más velozmente se desplaza en tierra. Suelta una carcajada cuando se hace mención a la carrera en zigzag para evitar su embestida. “¡Es puro cuento chino! Trépese a una mata o evite transitar por donde ellos estén”.
Asegura que de todas, la especie cubana es la más elegante por su porte robusto.
Toby respeta a estos fieros reptiles. Pero si trabajas con fieras una que otra vez te marcarán la piel. Lleva como trofeo una mordida en una mano y otra en el pie. Él le resta importancia “un que otro colmillazo”, dice.
Siente un amor especial hacia estos seres, pero ataja rápido para que no haya confusión, más ama a su esposa que comparte su vida y sueños en el poblado de Jagüey Grande.
Crocodylus Rhombifer
Lo que más admira de los cocodrilos es su adaptación para poder subsistir a lo largo de millones de años. Por ejemplo, su flujo sanguíneo, ya que puede mezclar sangre venosa con sangre oxigenada, lo cual le permite permanecer mucho tiempo debajo del agua.
Posee la cola como motor propulsor, además de tener cuatro cavidades en el corazón. “Ver comer a un cocodrilo es un espectáculo”
“El juego amoroso también es hermoso a pesar de su fama de intratable. La hembra enamora al macho y luego protege su nido con mucha dedicación. Si te imaginas la mordida poderosa de este saurio, y luego ves como es capaz de trasladar los huevos y crías en la boca sin hacerles daño, entenderás que también son delicados”.
Reconoce que la ciénaga es el único lugar de la isla donde habita el cocodrilo cubano de forma silvestre en un área muy restringida.
Salvaguardar a este ejemplar de la fauna cubana reviste gran importancia por tratarse de un depredador que favorece la cadena alimenticia. Se trata de un ingeniero que construye canales y huecos donde pueden subsistir otras especies en tiempo de sequía. Es un saneador del medio ambiente que se alimenta de huevos de aves que caen de sus nidos.
Toby siente preocupación porque en otras culturas reverencian al cocodrilo como animal sagrado. “En países como México o en el continente africano es un animal sagrado, en Cuba desgraciadamente no se ha integrado del todo a la cosmogonía religiosa”, aspecto este que pudiera contribuir a su protección.
Aun así, el estudioso cree firmemente que perdurará, a pesar de los peligros que atentan contra su existencia. “Primero, la hibridación con el cocodrilo americano (Crocodrylus Acutus)”. Sin embargo, Roberto Ramos no se alarma del todo con la hibridación entre estos ejemplares.
“Lo veo como algo natural, si la naturaleza decidió que eso sucediera quizás responda a su adaptación”.
La otra causa que amenaza a esta especie es la caza ilegal, provocando una drástica disminución, si a ello sumamos su hábitat restringida.
“Pienso que debe trabajarse con las comunidades más cercanas para buscarles otras alternativas económicas. También viene gente de fuera. El desarrollo del turismo trajo aparejado la caza ilegal, ya que antes los pobladores autóctonos no lo comían.
“Debemos inculcar en las nuevas generaciones el amor y respeto hacia estos animales. Que las personas lo vean como un símbolo nacional, que se convierta en el orgullo del cenaguero.
“Y eso no lo hemos podido trasmitir. Nos enfrentamos a otro problema, ¿cuántos cenagueros viven actualmente en la ciénaga? Con los años se han radicados muchos habitantes que vienen de otros territorios, y se puede perder la cultura autóctona.
“Debemos crear conciencia de que se trata de una especie rara en peligro de extinción, y un símbolo para los cubanos.