Cuba es un lugar hermoso, no hay otra manera de describirlo. La calidez de su gente, su clima perfecto donde nunca hace frío, la sabrosura de su son, sus niños jugando descalzos en la calle aprendiendo de la vida junto a sus amigos que en el futuro quedan como hermanos. Ahí está una parte importante de la esencia de la isla. No se puede dejar de mencionar sus playas y sus innumerables lugares hermosos a los que uno nunca se cansa de ir. Tiene paisajes naturales inigualables y cada pedacito de tierra es único. Cuba es un país mágico donde a pesar de las dificultades que se viven día a día la gente sonríe y se divierte, incluso de los propios problemas que ahí están latentes. En mi isla de los sueños pasan cosas inexplicables al raciocinio humano, tal como que se ven más ingenieros trabajando en centros turísticos que en las oficinas desarrollando su carrera profesional, es más fácil comer carne de pollo que encontrar un pescado fresco, aun, cuando el país está rodeado de mar. Pero esas son cosas con las que el pueblo está acostumbrado a lidiar desde hace varios años ya y de alguna manera está adaptado a esas inconsistencias.
A pesar de sus encantos no todo es color de rosas, la tierra que me vio nacer necesita un nuevo resurgir. Mi gente tiene necesidades básicas que no pueden cubrir, no importa cuánto ganes al mes, simplemente, la mayoría de las veces no encuentran lo que necesitan y si lo hacen es a un tercero y lo pagan al doble o triple de su precio real. Hablo en tercera persona del plural porque no vivo en Cuba y este es el paso que me ha hecho abrir los ojos con respecto a muchas cosas que pasan en mi país y sobre todo con su gobierno. En Cuba todos se pasan la culpa cual si papa caliente. El gobierno se la echa al bloqueo, gran parte del pueblo se la echa al socialismo, pero desde mi punto de vista ninguno de los dos tiene razón.
Ya de estos temas estaré tratando en próximos artículos. Hasta que nos volvamos a ver me despido de la forma que lo hacemos en el buen cubano.
Nos Vemos.