Aquel grato año 1971 para el deporte venezolano, tuvo quizás una de sus jornadas más resaltantes aunque triste, el primer día de abril cuando el púgil mosca zuliano, Betulio González enfrentó al campeón japonés Masao Ohba por el título mundial de la Asociación Mundial de Boxeo en el gimnasio de la Universidad de Tokyo.
La carrera de Betulio en el pugilismo rentado tomó matices intensos a partir del seis de marzo de 1970. Para ese momento Betulio González era campeón nacional del peso mosca, invicto en 16 peleas, enfrentó al prospecto cumanés Félix Márquez y en una pelea espectacular donde no estaba en juego el título; Márquez venció por nocaut en seis asaltos. Entonces se produjo un morbo en la afición entre quienes pensaban que González no convencía y los que estaban convencidos de que Márquez arrebataría la corona nacional a Betulio cuando batallaran por esta.
Los siguientes dos combates presagiaban tiempos difíciles para González, el 17 de abril de 1970 venció por decisión al colombiano Néstor Jiménez, pero sin convencer a nadie. Mientras que el ocho de mayo perdió por la vía de las tarjetas ante el dominicano Ignacio Espinal.
Así llegamos al esperado careo de la revancha Márquez- González el 15 de junio de 1970, esta vez con la corona nacional mosca en juego. Todo parecía indicar que Márquez arrollaría a Betulio, solo que este siguiendo las instrucciones de su nuevo entrenador, Juan Medina, salió a boxear, a practicar su mejor esgrima, en vez de cambiar golpes como la vez anterior. Y aún cuando Márquez estuvo a punto de noquearlo en el séptimo asalto, Betulio terminó completando los doce asaltos y retuvo la corona al vencer por decisión dividida.
El 03 de agosto de 1970 reapareció en Maracaibo y se desquitó de Ignacio Espinal al noquearlo en el décimo asalto. Luego el 18 de septiembre enfrentó en Caracas al argentino Ubaldo Duarte y lo derrotó por decisión en diez asaltos, Duarte había noqueado a Félix Márquez en Puerto Cabello. El 2 de noviembre venció por nocaut al mexicano José García en seis asaltos. Y el 30 de ese noviembre regresó al cuadrilátero para propinar otro nocaut esta vez en 8 asaltos, al también mexicano Rodolfo López, este logro ocasionó que la Asociación Mundial de Boxeo lo ubicara en el segundo lugar de su clasificación y ordenase una pelea eliminatoria entre Betulio González y el filipino Bernabé Villacampo, primer aspirante a la corona del nipón Masao Ohba. El combate se efectuó en Caracas el 21 de diciembre de 1970, Villacampo tenía marca de 35 triunfos por solo 3 derrotas, además había sido campeón mundial. Ante un contrincante de mucha experiencia, guardia zurda y gran pegada, Betulio recurrió a su gran velocidad para dominar con creces a su adversario al conseguir una victoria por decisión en doce asaltos.
De inmediato el apoderado de Betulio, Rafito Cedeño negoció la oportunidad ante el campeón Masao Ohba y la pelea por el campeonato mundial mosca se programó para el 1º de abril de 1971. El 20 de febrero de 1971 Betulio despachó por nocaut técnico al mexicano Lucio del Río en ocho asaltos.
El venezolano viajo a Tokyo con el sueño de emular a Vicente Paul Rondón y a Carlos Morocho Hernández, los dos primeros venezolanos campeones mundiales de boxeo. “Si González sale a pelear, no tendré problema alguno”, pronosticó el campeón. Ohba continuó declarando que el único inconveniente que pudiera darle el venezolano se debería a si empezara a correr en el cuadrilátero. “Cuando él busque la pelea, me dará oportunidad de noquearlo” (Diario Meridiano, 27 de marzo de 1971). Betulio también había declarado: “Ohba va a ver que no es tan fácil noquearme. No lo he visto boxear y no conozco su estilo, pero estoy confiado en noquearlo en el octavo round a más tardar. Decidiré cual será mi estrategia después que vea cómo Ohba se comporta en el cuadrilátero”. (Meridiano, 25 de marzo de 1971).
Para sorpresa de todos, los periodistas japoneses, los venezolanos y el propio Masao Ohba, la pelea resultó muy disputada y emotiva a lo largo de cada uno de sus quince asaltos. Aunque el campeón retuvo su corona, Betulio González hizo retumbar de exclamaciones y vítores el Auditorio de la Universidad de Tokyo con cada una de sus fintas defensivas y cada uno de los impactos que soltaba y atinaba en la humanidad de Ohba, sobre todo en el décimo quinto asalto cuando Betulio estuvo a punto de enviar a la lona al campeón. El árbitro Yusaku Yoshida mostró una sentencia de 72-70 favorable a su coterráneo, el juez Takeo Ugo dictaminó 72-71 también a favor de Ohba, mientras que Hiroyuki Tezaki concluyó la decisión unánime con un fallo de 71-70. Lo cerrado del veredicto indicaba que Betulio había dominado, al punto de ser ovacionado por el público japonés cuando salía del cuadrilátero.
“Un triunfo inobjetable de Betulio”, tituló al día siguiente Álvaro Miranda, enviado especial del diario El Universal de Caracas. “A los pocos venezolanos que acompañamos alrededor del ring al bravo Betulio, no nos confunde el venezolanismo. Hemos visto vencer claramente al nuestro sin objeción alguna”, añadió Miranda. “Por un momento, sobre el campanazo final, creímos estar influidos por ese nacionalismo lógico y normal que debe tener toda persona que ve pelear lejos de la tierra a uno de los suyos. Pero la protesta general de los aficionados, la rechifla que le propinaron al campeón, nos hizo creer que habíamos visto lo cierto. Betulio había vencido en gallarda lid, por más de dos puntos sostenemos nosotros, pero el árbitro y los jueces han dicho lo contrario y el cinturón mundial de las 112 libras permanecerá en Japón”.
La Agencia de noticias AFP anotó en su tarjeta 73-71 a favor del aspirante, quien mostró su disgusto: “Soy el campeón del mundo, el pueblo de Venezuela debe saber eso. Derroté a Ohba por un margen de tres puntos”. (El Universal, 2 de abril de 1971).
La otra pelea donde Betulio González mostró una capacidad inmensa para fajarse y atacar en continuo, sin detenerse, dispuesto en todo momento a darlo todo en el cuadrilátero, ocurrió el 12 de agosto de 1978 en la Maestranza César Girón de Maracay, cuando disputó por sexta ocasión la diadema del peso mosca, esta vez en su versión de la Asociación Mundial de Boxeo. Betulio había decidido cambiar algo su estilo, sin abandonar su gran esgrima defensiva, decidió darle más peso a su ofensiva, para lo cual fue hasta Cumaná para entrenar con el reputado Ely Montes, forjador de grandes púgiles. Por varias semanas que se convirtieron en meses, Betulio frecuentó el gimnasio “26 de Octubre” y desde la entrada del recinto se escuchaba el redoble de los impactos del zuliano estrellándose contra las guanteletas que Montes movía con dinamismo en varias direcciones.
El campeón vigente era el mexicano Guty Espadas. En el propio primer round logró conectar una derecha bestial que hizo sospechar que la pelea podía terminar antes de lo previsto, pero Betulio logró capear el temporal y en el propio segundo asalto llevó la acción al cuerpo a cuerpo en búsqueda de usar su mejor arma: el upper derecho. Espadas dominaba la pelea hasta el sexto asalto, logrando los mejores golpes desde la media distancia. Todo empezó a cambiar desde el séptimo asalto cuando Betulio llevó la pelea al cuerpo a cuerpo y empezó a conectar su upper derecho. Hasta el décimo cuarto asalto Betulio no aflojó, parecía un tren imparable, si Espadas trataba de reaccionar, Betulio respondía con más ímpetu, por eso había la convicción de que estaba ganando la pelea. En el asalto final Espadas se dispuso a rematar y colocó en muy malas condiciones a Betulio al punto de derribarlo, solo que el árbitro puertorriqueño, Tony Pérez, apreció empujón. Betulio también echó su resto para fajarse a sangre y fuego en un toma y dame donde colocó bastantes buenos golpes para nivelar las tarjetas del asalto, asi lo sorprendió el campanazo final. El resultado del veredicto mostró 148-144 a favor de Betulio en la tarjeta del juez venezolano Fernando Viso, empate a 146 en la del mexicano José María Escalante y 144-142 favorable a Betulio, en la del árbitro Pérez.
Alfonso L. Tusa C. 28 de febrero de 2021. ©