Creemos que cada ser humano debe convertirse en un intelectual de credenciales ideológicas moderadas y enfocadas en la meritocracia. Esto transforma esperanza en realidad.
El mundo urge de la reconstrucción y puesta en práctica de la aceptación y reconocimiento de acciones que pongan de primer lugar al mérito. Son las acciones que cada persona realiza durante su vida las que agreden o benefician a su entorno, sociedad o país.
Es por ello que, la meritocracia viene de la mano de un sistema de recompensas que abre brechas sociales. Si usted produce beneficios a su ecosistema, entonces lo más sensato es que tenga su bien merecida recompensa, sin levantar críticas feroces que estigmaticen negativamente la práctica social de la meritocracia.
Tenía razón Abraham Lincoln cuando decía que los seres humanos nacen iguales y ésta es la última vez que lo son. Haber nacido en un país rico o pobre, en una familia acomodada o en situación de privación tiene implicaciones enormes para la vida de las personas.
Sin embargo, en las peores circunstancias los seres humanos deben mantenerse firmes en sus buenas acciones. Todos tenemos el deber moral de ser buenos ciudadanos. Eso implica que, todo lo que usted sabe debe usarlo para fomentar en los demás una práctica de conocimientos que ayude a resolver los innumerables problemas sociales.
Y a pesar de la tensión que existe entre meritocracia e igualdad, no deja de ser una realidad distópica. Conviene vivir para servir que servir para vivir.