¿Y si vamos y le pegamos una buena patada en el culo? Esta idea puede presentarse de forma involuntaria y habría que aprender a controlarla.
Muchas veces nos dan ganas de hacerlo y muchos seguramente se lo merecen, es como una tromba que de nuestro interior emerge, casi surge por generación espontanea, una buena patada en el culo parece ser en principio una idea liberadora y justa.
A todos nos ha pasado, no me digan que no, brota, te nace de tu interior mas puro, lo puede provocar alguna figura pública fuera del alcance de nuestro pie, como un presidente un político impune, un conductor de televisión, hasta alguna autoridad eclesiástica es capaz de provocarlo, como un rio caudaloso que lleva el agua al mar, así en tu interior sientes el fluir de las ganas de darle una buena patada en el culo a tal o a cual.
Pero también lo puede provocar algún culo al alcance de nuestro píe, un vecino molesto, un familiar insoportable, un compañero de trabajador inútil o hasta nuestro mismísimo jefe, ante el cual seguramente se formaría una fila de compañeros de trabajo ansiosos de propinarle una buena patada en el culo al jefe.
La filosofía de la patada en el culo
El problema con esta filosofía, es que terminaríamos dándonos patadas en el culo unos a otros y seguramente nuestro culo sufriría de una buena patada también, esta patada no creo que la encontremos inspiradora y liberadora.
Los payasos de circo que en sus rutinas se dan patadas en el culo unos a otros causando algarabía en los espectadores, están entrenados y preparados para recibirlas y darlas, es parte de su profesión, pero en la vida real empezar a propinar patadas en el culo a diestra y siniestra puede ser muy peligroso y dañino sobre todo para el bienestar de nuestro apreciado culo.
Es por esto que les recomiendo no hacer como Will Smith y dejar llevar a los impulsos, por mas justos que parezcan y reflexionar que la mejor patada en culo de tu vida será la que seas capaz de nunca dar.