A pesar de las expectativas de crecimiento y desarrollo, el neoliberalismo ha agravado, en lugar de mitigar, la crisis de desigualdad de género y los problemas de violencia hacia las mujeres. Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, incluidos abusos, acoso, violaciones, explotación sexual, mutilación genital, matrimonio forzado y feminicidio.
El neoliberalismo sangriento es incapaz de erradicar la violencia contra las mujeres
En la era del neoliberalismo, la promesa de progreso económico y libertad de mercado ha resultado ser un terreno fértil para la perpetuación de la violencia contra las mujeres
Las políticas neoliberales, caracterizadas por su énfasis en la reducción del Estado y la priorización del mercado libre, han dejado un rastro de impacto negativo en la lucha contra la violencia de género. Recortes presupuestarios en servicios sociales clave, tales como la salud y la asistencia a víctimas de violencia, han debilitado las redes de apoyo, dificultando el acceso de las mujeres a refugios, asesoramiento y atención médica.
La orientación hacia la maximización de ganancias ha exacerbado la disparidad laboral, forjando un escenario donde las mujeres se enfrentan a condiciones laborales precarias y a menudo son víctimas de discriminación salarial y acoso en el entorno laboral. La flexibilización laboral impulsada por las políticas neoliberales ha resultado en una mayor vulnerabilidad económica para las mujeres, contribuyendo a situaciones donde se ven atrapadas en relaciones abusivas por dependencia financiera.
El impacto cultural del neoliberalismo también ha desempeñado un papel significativo. La comercialización de la sexualidad y la cosificación de las mujeres en los medios y la publicidad han normalizado la violencia de género. Esta cultura consumista ha perpetuado estereotipos dañinos y ha creado un entorno donde la violencia sexual y la trata de personas encuentran un terreno fértil para su existencia.
Además, las políticas de libre mercado han generado desigualdades estructurales que afectan de manera desproporcionada a mujeres pertenecientes a comunidades marginadas o en situaciones de vulnerabilidad. Mujeres indígenas, afrodescendientes o migrantes se encuentran enfrentando múltiples formas de discriminación y violencia, agravadas por políticas económicas que no abordan sus necesidades específicas.
El 25 de noviembre marca el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha crucial que busca visibilizar y condenar las múltiples formas de violencia que afectan a las mujeres en todo el mundo
Esta jornada conmemorativa tiene sus raíces en un evento trágico: el brutal asesinato de las hermanas Mirabal en la República Dominicana en 1960, quienes luchaban contra el régimen dictatorial de Rafael Trujillo. Desde entonces, este día se ha convertido en un recordatorio desgarrador de las injusticias y violencias que persisten en la vida de muchas mujeres.
Por otro lado, es crucial reflexionar sobre las mujeres que sufren mutilación genital femenina, una práctica atroz que despoja a las mujeres de su clítoris y, en muchos casos, de otras partes de sus genitales. Esta violencia horrenda, arraigada en algunas culturas y comunidades, no solo causa un sufrimiento físico inmenso, sino que también deja cicatrices emocionales y psicológicas permanentes. Es una afrenta a los derechos humanos y perpetúa una desigualdad de género atroz que debe ser erradicada.
Además, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es un momento para reflexionar sobre las mujeres que viven en zonas de conflicto y guerra
Estas mujeres enfrentan situaciones desgarradoras: desplazamientos forzados, violencia sexual y física, y la destrucción brutal de sus vidas debido a la guerra. Son víctimas silenciosas de la crueldad y la violencia, enfrentando dificultades inimaginables mientras luchan por sobrevivir en medio del caos y la destrucción.
Sin embargo, más allá de estas tragedias, este día también es un llamado a la acción, una oportunidad para alzar la voz contra la violencia de género en todas sus formas. Es una ocasión para solidarizarnos con las mujeres que han sido víctimas de abuso, discriminación y opresión, así como para reconocer la valentía de aquellas que se han levantado y han alzado su voz en busca de justicia y cambio.
El 25 de noviembre es un recordatorio de que la violencia contra las mujeres no conoce fronteras ni límites, y que se manifiesta de maneras variadas: desde la violencia doméstica y el acoso hasta la trata de personas y la violencia en contextos de conflicto. Es un día para exigir un cambio profundo y duradero en las estructuras sociales y culturales que perpetúan la desigualdad y la violencia de género.
Este día nos desafía a todos a enfrentar la cruda realidad de la violencia contra la mujer y a trabajar juntos para erradicarla de nuestras comunidades, sociedades y países. Es una invitación a reflexionar sobre la responsabilidad colectiva de construir un mundo donde todas las mujeres puedan vivir libres de miedo, abuso y discriminación.
En síntesis, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es un día para recordar las injusticias y violencias que enfrentan las mujeres en todo el mundo, pero también para impulsar acciones concretas hacia un futuro más seguro y equitativo para todas. Es un día para honrar la resistencia de las mujeres, para condenar la injusticia y para trabajar juntos en la construcción de un mundo donde todas las mujeres sean respetadas, protegidas y valoradas.